Así como hay verdaderos fanáticos de la noche (noctámbulos) también existen aquellos que le temen. En cuanto las sombras comienzan a apoderarse del entorno, empieza a crecer en ellos una desazón que a veces les resulta insoportable.
Las causas y las manifestaciones de los terrores nocturnos son muchas. Hay quienes simplemente tienen miedo de la oscuridad. Otros experimentan situaciones inquietantes como parálisis del sueño o pesadillas frecuentes. Algunos más viven lo que concretamente se conoce como terror nocturno, el cual tiene características propias y específicas.
“La oscuridad no existe, lo que llamamos oscuridad es la luz que no vemos.”Compartir
Los terrores nocturnos y la oscuridad
El miedo a la oscuridad y a la noche se conoce con varios nombres: nictofobia, escotofobia, acluofobia, ligofobia o mictofobia. Es muy frecuente en los niños, pero también hay muchos adultos que padecen ese temor irracional.
Sentir miedo cuando hay ausencia de luz es casi natural. El ser humano tiene una visión limitada, que se reduce aún más en la oscuridad. Por lo tanto, es apenas normal que nos sintamos más vulnerables cuando no hay luz. Sin embargo, a lo largo del tiempo también se ha impuesto una fuerte carga cultural sobre la oscuridad y la noche. La mayoría de las historias de terror tienen lugar en las horas nocturnas.
Los orígenes del miedo nocturno
Es frecuente que si un niño desarrolla un temor desmedido frente a la noche, este miedo se prolongue hasta su vida adulta. Generalmente esto se produce porque los padres no responden comprensivamente a estos temores tan frecuentes.
Para el psicoanálisis, el miedo a la oscuridad corresponde a un trastorno de ansiedad. Este se deriva de la angustia de separación que en la infancia se remite a los padres y en la vida adulta a otras figuras amadas. El miedo a la noche también puede ser el resultado de una experiencia traumática previa, que haya tenido lugar durante la noche. Se habla entonces de un efecto de estrés postraumático.
Cualquiera que sea el caso, lo cierto es que la aparición de las sombras desata una serie de fantasías siniestras. Quien padece esta fobia se siente bajo amenaza y lo invade la sensación de que en cualquier momento va a ser víctima de una experiencia aterradora.
La parálisis del sueño
La parálisis del sueño es otra de esas experiencias a las que muchos temen. Como el nombre lo indica, se trata de la imposibilidad de realizar movimientos voluntarios durante el sueño. Como si estuvieras despierto, pero no te puedes mover ni establecer contacto con el entorno.
Se trata de una situación bastante frecuente. Los estudios indican que más del 60% de las personas tienen parálisis del sueño, al menos una vez en la vida. No comporta ningún peligro, ni tiene mayores consecuencias. Pero a pesar de que no te ponga en riesgo, esto no quita que se trate de una experiencia angustiante y molesta.
Los terrores nocturnos propiamente dichos son un trastorno del sueño que está a medio camino entre una pesadilla y la parálisis del sueño. Quien los padece queda en un estado de duermevela, sin lograr establecer una verdadera línea divisoria entre el contenido de una pesadilla y lo que está ocurriendo en la realidad. Por eso se trata de una experiencia bastante intensa y atemorizante.
Generalmente, la persona que sufre el terror nocturno emite gemidos, llanto y hasta gritos. Pero no termina de despertar. La ciencia aún no ha logrado determinar por qué se producen este tipo de episodios. Sin embargo, parece existir una correlación entre estos y el consumo de algunas drogas, la tensión emocional, la falta de sueño o algunas deficiencias orgánicas.
Este trastorno no es fácil de diagnosticar y tampoco de tratar. Pero todo indica que las prácticas de relajación, como yoga, Tai Chi o meditación, alivian considerablemente estos síntomas. En casos graves, la persona debe recibir medicamentos para inducir el sueño profundo. También es recomendable la psicoterapia o el psicoanálisis, ya que son mecanismos que contribuyen a darle un mejor manejo a esta situación.
lamenteesmaravillosa.com