De todo lo que llevas puesto tu actitud es lo más importante
Para muchos, la vida como tal, carece de sentido. El día a día adquiere su significado dependiendo del modo en que veamos las cosas, las valoremos y permitamos que impacten en nosotros. Podríamos decir entonces, que somos nosotros con nuestras actitudes, quienes damos forma a todo lo que acontece a nuestro alrededor.
Seguro que en alguna ocasión te has encontrado con ese tipo de personas que van siempre a la defensiva, que buscan siempre los dobles sentidos y la cara más negativa de toda moneda. Son actitudes cerradas, poco receptivas e incluso inmaduras. Su mundo, es poco más que un túnel sin salida.
La realidad adquiere sentido a través de nuestros pensamientos, nuestros afectos y atribuciones. Lo que piensas creas, de ahí que sea esencial tu actitud hacia la propia vida y el modo en que permites que las cosas lleguen a ti.Compartir
Actitud y personalidad están siempre relacionadas. No obstante, mientras la primera puede cambiarse y reestructurarse hacia un enfoque más abierto y positivo, nuestra personalidad tiene unas raíces muy largas y nadie puede ni va a cambiar de la noche a la mañana.
Todos vivimos momentos oscuros, y el día a día trae siempre esas nubes grises que no se escampan solo con soplar. En ocasiones, en lugar de luchar para ir en contra de algo no tenemos más remedio que asumir, aceptar y mantener siempre una actitud positiva y constructiva.
“La vida siempre tiene días grises y días negros. Por ello, basta con abrir el paraguas y esperar a que escampe. No hay prisas, cuando menos lo esperes la tormenta se habrá callado y el día será aún más luminoso”.
Tu actitud y el modo en que asumes las cosas que te suceden
Y tú… ¿De qué manera afrontas las cosas que gusta traerte la vida de vez en cuando? En primer lugar cabe señalar que las actitudes se edifican a través de nuestras creencias, pero también por nuestras emociones, de ahí, que en ocasiones, y dependiendo de nuestro estado de ánimo reaccionemos de un modo u otro.
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Desde la psicología social nos indican que las actitudes, en realidad, están íntimamente hiladas en tres dimensiones sobre las que valdría la pena reflexionar unos instantes:
Dimensión cognitiva
¿De qué manera interpretas las cosas que te suceden? ¿Cómo las encajas en tus experiencias anteriores? Si tengo una cita y mi pareja no aparece, puedo atribuírmelo por ejemplo, a mi mismo.
A que tengo mala suerte en materia afectiva, a que “mi madre ya me decía aquello de nunca te casarás”… Es decir, creamos una serie de atribuciones, creencias y representaciones internas que conforman esa actitud negativa.
Dimensión afectiva
A la hora de hablar de emociones en materia de actitudes, podríamos decir que hay tres esquinas. Están, como ya puedes intuir, las personas que muestran unas atribuciones casi siempre negativas hacia todo lo que les rodea. Y el origen estaría en determinadas experiencias que no han gestionado de forma adecuada.
Están también las personas con una actitud generalmente positiva, y por último, tendríamos aquellas que optan por dejarse llevar. Por no tomar partido, no reaccionar y ser indiferentes…
Dimensión conductual
En este caso es curioso observar cómo las personas tenemos una predisposición bastante “regular” a reaccionar siempre de la misma forma ante las cosas. Hay quien evita tener responsabilidades, otros adquieren las propias y las ajenas… Es decir, cada uno, y según nuestras propias actitudes, mostramos un patrón comportamental determinado.
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