Tras revisar 16 informes científicos publicados en la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, el análisis concluye que los niños expuestos a insecticidas en sus casas pueden tener una probabilidad entre un 43 y un 47% mayor de padecer leucemia o linfoma que los niños no expuestos.
Existe una creciente preocupación entre los profesionales de la salud por el riesgo que supone para los niños una exposición continua a bajas dosis de productos tóxicos como los insecticidas. Estas exposiciones se producen en momentos vulnerables, como la infancia o el embarazo y aunque las dosis de tóxico son bajas y deben cumplir la normativa europea, en realidad no existe un umbral “seguro” para estos productos. No hay una exposición sin riesgo.
Según el investigador del estudio, Chensheng Lu, de la Harvard School of Public Health:
“es importante actuar ya, reduciendo la exposición de los bebés y niños a los insecticidas químicos, especialmente los insecticidas de uso doméstico que el estudio relaciona con la leucemia y el linfoma”.
Otros estudios, como el realizado por la organización Chemtrust, indican que la exposición a pesticidas, sobre todo en el embarazo, puede tener relación con cánceres relacionados con las hormonas, como los cánceres de próstata, de pecho y de testículo, además de leucemia y linfoma.
En Europa, se ha producido un incremento de los casos de cáncer infantil del 1,1% anual entre los años 1978 y 1997. Aunque parte de este incremento puede deberse a la mejora de los diagnósticos, la magnitud del aumento indica que existen otros factores, como una mayor exposición a sustancias cancerígenas. Muchas de estas exposiciones pueden evitarse siendo conscientes y realizando sencillos cambios en nuestros hábitos.
En cuanto a la exposición infantil a los insecticidas, hay opciones “no químicas” sencillas para hacer de nuestro hogar un lugar más sano. La exposición de los niños a insecticidas en nuestros hogares se produce, además de a través de los alimentos tratados por pesticidas, como vimos en un post anterior, por contacto con las lociones contra los piojos, los repelentes de mosquitos o los sprays insecticidas químicos para acabar con moscas, mosquitos y cucarachas.
Los piojos son una plaga en aumento en los últimos años. Aunque los métodos para erradicarlos se han hecho más seguros (hace no mucho, las lociones antipiojos tenían entre sus ingredientes DDT), la mayoría de las fórmulas actuales se basan en insecticidas organofosforados, que también tienen riesgos para la salud por su toxicidad en el sistema nervioso y como contaminantes hormonales, EDCs.
La mejor opción, aunque no la más rápida, son los aceites esenciales, en especial el aceite de Neem y lavar con vinagre de manzana. También es importante prevenir el contagio. Pincha aquí para ver la información del Servicio de Pediatría del Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca, de la especialidad de Salud Medioambiental Pediátrica sobre este tema.
En cuanto a los mosquitos, los repelentes tradicionales contienen DEET, como el Relec o Icaridin como el Autan. Estas sustancias son insecticidas que la OMS clasifica como “poco peligrosos” a bajas dosis y en los usos previstos, pero no exentos de peligros, por lo que los desaconseja en niños menores de dos años y embarazadas. Son absorbidos por la piel y pasan a la sangre y son tóxicos si se tragan, otra razón para evitarlos. Además, teniendo en cuenta la relación hallada con los cánceres de sangre en niños, es mejor si se pueden evitar.
Existen repelentes naturales alternativos, como los derivados de aceites esenciales de citronela, limón o eucaliptus en forma de pulseras y tobilleras, que son muy eficaces y suficientes en España, donde los mosquitos no son transmisores de enfermedades, como ocurre en otros países.
En cuanto a los insecticidas de uso en el hogar, conviene reducir o eliminar su uso, y en caso de ser imprescindible, hacerlo evitando la exposición de los más pequeños, ventilando después de su uso para eliminarlos del ambiente.
El estudio publicado en Pediatrics, también encuentra relación, aunque más débil (un 26%), entre la exposición a herbicidas y la leucemia. Los niños pueden verse expuestos a los herbicidas, como el glifosato, en jardines y escuelas. Aunque estos lugares son zonas específicas donde se debe minimizar el uso de plaguicidas según el RD 1311/2012, en realidad se siguen aplicando en horario escolar y en ocasiones, sin cumplir las medidas preventivas necesarias.
Existen alternativas no químicas, viables salvo en casos de infestación grave. El Ayuntamiento de Castellón, por ejemplo, está utilizando vinagre (ácido acético) para fumigar en las plazas y parques. Se recomienda a los padres que se pongan en contacto con su ayuntamiento para conocer qué tratamientos tiene programados y qué sustancias va a utilizar.
Todas estas opciones son sencillas y reducen en gran medida la exposición infantil a los plaguicidas domésticos. Es un pequeño esfuerzo que puede ayudar en gran medida a la salud de todos los habitantes de la casa.
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