El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, llamó la atención sobre el “número récord” de fenómenos meteorológicos extremos que experimenta el mundo en la actualidad.
Ante la proximidad de la 21 Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se realizará del 30 de noviembre al 11 de diciembre en la capital francesa, Kerry advirtió que en el sur del Pacífico hay islas enteras amenazadas por el aumento del nivel del mar.
El sudeste de Brasil padece la peor sequía en 80 años. Y California, Estados Unidos, pasa por la peor sequía en un siglo, además de incendios forestales.
En Malawi hay inundaciones récord. Y en el Ártico pueblos enteros están en peligro, dijo Kerry en la Facultad de Estudios Globales e Internacionales de la Universidad de Indiana, el 15 de este mes.
A pesar de la advertencia del funcionario estadounidense, el papel del agua sigue siendo un tema relativamente descuidado en el período previo a la COP21, más concentrado en las emisiones de dióxido de carbono.
Louise Whiting, analista de la organización independiente británica WaterAid, dijo a IPS que la población más pobre del mundo es la más afectada por el cambio climático, que se vive principalmente a través del agua.
Whiting señaló que el problema del agua se expresa cuando sobra – por las inundaciones y el aumento el nivel del mar –, cuando falta – por las sequías -, o porque aparece cuando no se la espera, como sucede con las lluvias imprevistas debido a la alteración de los patrones climáticos, o porque su calidad no es buena, por ser salada o estar contaminada.
Los más de 650 millones de personas pobres y marginadas que dependen de fuentes de agua inseguras serán cada vez más vulnerables ya que esas fuentes están muy expuestas a las amenazas relacionadas con el clima, aseguró.
La analista recordó que las inundaciones pueden contaminar los pozos entubados, y que las fuentes naturales de agua dulce pueden contaminarse con agua de mar.
En el período previo a la COP21, WaterAid solicita a la comunidad internacional que la seguridad hídrica – que incluye en primer lugar el acceso al agua, el saneamiento y la higiene – sea una prioridad a la hora de ayudar a los países pobres a adaptarse al cambio climático.
La seguridad hídrica mejora la salud, la educación y la estabilidad económica de las personas, y las hace más resistentes al cambio climático, afirmó Whiting.
“También debemos asegurar que el dinero fluya de las personas que causaron el problema a aquellos menos capaces de enfrentarlo”, exhortó.
En 2010, la Asamblea General de la ONU votó una resolución que reconoce al agua y el saneamiento como un derecho humano.
Y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha reiterado que el agua potable y el saneamiento son fundamentales para reducir la pobreza, para el desarrollo sostenible y para cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio, cuyo plazo termina en diciembre.
Sin embargo, los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, adoptados por jefes de Estado y de gobierno de todo el mundo el 25 de septiembre, también incluyen al agua y el saneamiento como elementos clave en la Agenda de Desarrollo Posterior a 2015, de la ONU.
En 2030, el foro mundial espera lograr el acceso universal y equitativo al agua potable, mejorar la calidad del agua mediante la reducción de la contaminación, minimizar la emisión de productos químicos y materiales peligrosos, y aumentar considerablemente la eficiencia del uso del agua en todos los sectores, entre otros objetivos.
WaterAid se concentrará en la mejora en el acceso de las comunidades pobres al agua potable, así como a inodoros dignos, indicó Whiting.
En “nuestro trabajo aumentamos la capacidad de almacenamiento del agua y fortalecemos la supervisión del suministro… para que las sequías puedan detectarse antes. Donde las inundaciones son un problema, por ejemplo, en Bangladesh, reforzamos la infraestructura cuando es necesario, y también ayudamos a las comunidades a unirse y valorar su propia vulnerabilidad para que puedan exigir mejores servicios a sus gobiernos”, explicó.
WaterAid también ayuda a 29 localidades de África occidental a lidiar con la escasez de agua y a mejorar su resistencia ante las amenazas climáticas, en particular ayudando a mejorar la forma en que manejan sus propios recursos hídricos.
En Burkina Faso, donde la estación seca dura hasta ocho meses al año, muchas localidades tienen existencias precarias. El cambio climático no hará sino exacerbar su situación, advirtió.
WaterAid aplica una combinación de pozos adicionales, diques de arena y mejoras a los pozos existentes, además de capacitar a la población local para convertirlos en expertos en el tema del agua.
Estos expertos, dijo Whiting, están revolucionando la capacidad de las comunidades para controlar su propio abastecimiento mediante la medición de los niveles de agua y el monitoreo de las lluvias, con el fin de prever las amenazas y detectar patrones emergentes, para que sepan cuánta agua se puede utilizar y en qué momento del día.
También están aportando esos datos a los sistemas de monitoreo estatales, con el fin de ayudar a construir un panorama nacional más sistematizado de los patrones climáticos en todo el país.
“A la naturaleza no le importa si usted es un pobre agricultor de subsistencia en Burkina Faso o un contador en California”, observó Whiting.
“El cambio climático nos afectará a todos. Sin embargo, impactará con mayor fuerza en aquellos que contribuyeron menos al problema”, precisó.
Los gobernantes que se reunirán en París en diciembre deben comprometerse a proporcionar el apoyo técnico y financiero necesario para ayudar a los países pobres a adaptarse a los cambios que se avecinan, recomendó.
Según datos de la ONU, unos 2.600 millones de personas obtuvieron acceso a fuentes mejoradas de agua potable desde 1990, pero aún quedan 663 millones que carecen de ese acceso, y al menos 1.800 millones de habitantes recurren a fuentes de agua contaminada con materia fecal.
Entre 1990 y 2015, la proporción de la población mundial que utiliza una fuente mejorada de agua potable subió de 76 a 91 por ciento.
La escasez de agua afecta a más de 40 por ciento de la población mundial, y la ONU prevé que esa proporción aumente.
Este artículo integra un proyecto de medios de IPS América del Norte, Global Cooperation Council y Devnet Tokio.
Traducido por Álvaro Queiruga
Ecoportal.net