Descubre si tienes una personalidad equilibrada
La palabra “equilibrio” implica madurez, responsabilidad, armonía y estabilidad. ¿Tienes todo esto en tu vida? Si es así, puede que sí tengas una personalidad equilibrada.
Las personas que no poseen esta personalidad equilibrada no son personas felices. Bien es cierto que pueden ocurrir cosas en nuestra vida que nos desestabilicen, pero es necesario volver a nuestro equilibrio, saber que pase lo que pase nosotros somos armonía.
“Hemos de potenciar el equilibrio, la madurez, el autocontrol y desterrar la tiranía, la manipulación, la insolidaridad, el narcisismo, el desequilibrio y la insatisfacción permanente. Porque debemos saber disfrutar de nuestra vida, de esa búsqueda sana y transparente de la felicidad”Compartir
Una personalidad equilibrada implica tener una personalidad sana. Esto es necesario si queremos evitar conductas como el maltrato a los demás, la tiranía o el narcisismo.
En el momento en que no estamos sanos ni equilibrados, eso se manifiesta en nuestras conductas. Todo en nosotros va a ser negativo y potenciaremos esa negatividad porque no sabremos buscar nuestro propio equilibrio.
El equilibrio ¡no es algo estático!
Cuando hablamos de equilibrio no estamos hablando de algo perfecto, ni siquiera de algo que no se mueve y se mantiene siempre así. El equilibrio es otra cosa.
Como personas que somos, siempre cambiamos y a medida que avanzamos en nuestra vida vamos aprendiendo de la propia vida, de los errores que cometemos, de las personas que conocemos, etcétera.
Por lo tanto, hay grados de equilibrio, porque estamos en movimiento, no somos personas estáticas. Los factores que hay a nuestro alrededor nos afectan y provocan que siempre estemos cambiando. ¿Qué es necesario entonces para tener una personalidad equilibrada? Quizás tú ya la tengas y no seas consciente de ello. Vamos a descubrirlo…
- ¿Te conoces a ti mismo? Esto puede ser una pregunta muy obvia, pero lo cierto es que hay muchas personas que aún no se conocen a sí mismas. Tómate un tiempo para estar a solas y reflexionar sobre ti mismo.
- Ten equilibrio entre tu corazón y tu cabeza, es decir, no debes ser demasiado frío, pero tampoco demasiado sensible. Debes ser capaz de manejar simultáneamente la afectividad y la razón.
- ¡Supera las heridas del pasado! Seguir viviendo con un dolor, con algo que ha ocurrido y no se puede remediar, no hará más que desequilibrarnos en nuestro presente. Aprende de tu pasado y sigue hacia tu futuro.
- Ten un proyecto de vida realista. ¿Qué quieres llegar a ser? ¿Cuáles son tus metas? Todo esto tiene que poder hacerse real, ¡aunque no sepamos cuándo suceda! Piensa que si sabes lo que quieres y te diriges a conseguirlo, eso te hará feliz y equilibrado.
- ¿Cómo es tu voluntad? Una voluntad fuerte, firme, reacia, segura, consistente, te hará ser una persona equilibrada. Eso sí, conseguir esto no es fácil, pues la seguridad en ti mismo será fundamental para lograrlo.
- ¡Sé coherente! Si tu vida está llena de incoherencia es posible que se desestabilice y, como consecuencia, tu personalidad no será para nada equilibrada. Vive con coherencia, sé coherente, y las cosas las verás mucho más claras, serás ¡una persona equilibrada!
- ¿Tiene tu vida un sentido? Si tu vida no tiene sentido posiblemente no seas una persona equilibrada. Piensa que tu vida tiene que tener un sentido, un motivo por el que vivir. ¿Qué te motiva? Piénsalo…
Si posees muchas coincidencias, ¡enhorabuena! Gozas de una personalidad equilibrada y por lo tanto si no eres feliz estás a un paso de serlo. Si no te sientes identificado con muchos de estos puntos, empieza a cambiar. En tus manos está el equilibrio, ¡búscalo ya!
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Tener una relación saludable con uno mismo será algo fundamental para poder tener una personalidad equilibrada. Además, debes ser tolerante, respetarte a ti mismo y disfrutar de las cosas sencillas y simples de cada día.
La verdad es que es muy fácil sentirse en armonía con uno mismo, con esa paz interior que podría denominarse, fácilmente, “ser feliz”. Además, no solo la relación con uno mismo debe ser sana, sino también la relación con los demás. Si te sientes bien contigo mismo, podrás también manifestarlo en tus relaciones interpersonales.
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