Los ojos son el espejo del alma
Nuestros ojos no mienten: ellos son el espejo del alma, la cara verdadera de todas las caras posibles que somos capaces de poner en cada situación. Por eso, la mejor forma de empezar a conocer a una persona es mirarle a los ojos y observar las indicaciones que ellos nos dan sobre su estado emocional, sobre lo que está sintiendo en cada momento.
Nuestros ojos, como nuestros gestos, nos delatan ante los demás y dicen más de nosotros mismos que cualquiera de nuestras palabras. De hecho lenguaje no verbal puede comenzar en una mirada y acabar en todos nuestros movimientos, constituyendo la mayor parte de la información que podemos transmitir.
El espejo del alma: otra forma de mirarnos
Muchos estudios nos revelan que cuando conocemos a una persona por primera vez los ojos pueden transmitirnos un amplio abanico de sensaciones: desconfianza o confianza, seguridad, bienestar, miedo… Sabemos que esto es verdad porque nos ha ocurrido en nuestro día a día: es como si fuéramos capaces de traspasar el filtro que supone el cuerpo y llegar al alma de los demás a través de sus ojos.
“El alma que hablar puede con los ojos,
también puede besar con la mirada.”-Gustavo Adolfo Bécquer-
Algunos expertos en cuyos trabajos tienen que estar en contacto con el estudio de los rostros de la gente han observado que los ojos son el espejo del alma porque son la parte más sincera de la cara. Sobre los ojos no tenemos ningún control, a diferencia de por ejemplo la boca: si nos gusta algo, las pupilas se dilatan involuntariamente y nos delatan o se contraen como signo de rechazo, por ejemplo.
El lenguaje corporal de nuestros ojos
Entre toda la información que podemos recibir a través de unos ojos, podríamos hacer una pequeña lista que seguro que te resulta cuanto menos curiosa. Vamos a ver a continuación porque decimos que la mirada es el espejo del alma:
- Felicidad: cuando los ojos se achinan, se arrugan y nos brillan más de lo normal es probable que nos sintamos bien. No es necesario ver a una persona sonreír para darnos cuenta de que está feliz gracias a su mirada.
- Atención: si lo que tenemos ante nosotros son unos ojos abiertos y una mirada que nos resulta penetrante es que la persona está atenta a lo que decimos o a cualquier otra cosa que esté realizando. Si está hablando con nosotros está pendiente de nuestras palabras y tendríamos que fijarnos en otros rasgos no verbales para intuir si las juzga para bien o para mal.
- Tristeza: si los ojos son el espejo del alma con ellos podemos intuir esta emoción que es una de las que más sentimos y que muchas veces tratamos de ocultar. En este caso los párpados se elevan y el borde inferior de las cejas se eleva.
- Enfado: nuestros ojos o los del resto ven como las cejas se arquean y la expresión es totalmente seria; en ocasiones, incluso, fruncimos el ceño.
- Incertidumbre o evaluación: en el momento en el que escuchamos a alguien y estrechamos los ojos estamos indicando que o bien evaluamos lo que dice y dudamos de su veracidad por ejemplo o bien no estamos comprendiendo bien lo que se nos dice. Entrecerrar los ojos también puede indicar cansancio.
- Deseo sexual o esfuerzo cognitivo: las pupilas se dilatan como hemos dicho en líneas anteriores y nos dejan totalmente al descubierto para la otra persona. No podemos evitarlo hasta el punto en el que suele acompañarse de un frotamiento de ojos porque estos se humedecen y nos sentimos incómodos.
“Me aterra, me debilita, me mata el saber
que lo bonito no son tus ojos, es como me miras.”-David Sant-
El ‘rostro social’
Como hemos visto hasta aquí, la expresión los ojos son el espejo del alma tiene base comprobable; sin embargo, va mucho más allá. Bajo el estudio de algunos psicólogos y otros científicos de distintas ramas del lenguaje humano, a lo largo de nuestro crecimiento hasta llegar a los 40 años aproximadamente, escogemos una serie de caras que adaptamos a situaciones comunicativas muy diferentes y concretas.
A esto es a lo que se ha llamado rostro social: es muy significativo, por ejemplo, como en momentos tristes en los que queremos reír, nuestra expresión guarda la compostura. Teresa Baró, al respecto, afirma que no somos mentirosos puesto que vivir en sociedad nos exige ciertos patrones de conducta que debemos mantener como medio de supervivencia.
No somos mentirosos porque no podemos serlo, podemos adecuar nuestras expresiones faciales e incluso los movimientos de la mirada voluntariamente; pero, no podemos nunca evitar que nuestros ojos dejen ser el reflejo de lo que sentimos, el espejo del alma.
“La peor traición que te puedes hacer a ti mismo es no hacer aquello por lo que te brillan los ojos.”
-Anónimo-
lamenteesmaravillosa.com