Muchas personas son dueñas de grandes riquezas, pero a la vez son infelices a la luz de su intimidad o de su voz interior. Saben que tienen bastantes cosas, pero, en el fondo, sienten que les hace falta algo. Algo que no pueden comprar y que es muy importante, verdaderamente trascendental: una razón de ser y de tener.
El dinero es fundamental para subsistir, del mismo modo que es necesario el vestido, el techo o la alimentación de cada día, para poder llevar una vida en condiciones dignas y saludables.
Esa es precisamente la paradoja, que el dinero es indispensable y que, al mismo tiempo, empobrece la existencia si se convierte en lo fundamental. No es nada fácil sobrellevar esta contradicción en el diario vivir.
“Llevo dentro de mí mismo un peso agobiante: el peso de las riquezas que no he dado a los demás.”Compartir
En este orden de ideas, si logras encontrar un punto de equilibrio en este aspecto, es un verdadero triunfo para ti. En realidad, toda una proeza, en muchísimos sentidos, principalmente desde el punto de vista de tu realización personal.
Trabajar solo para el dinero, no tiene sentido
De acuerdo conel Reporte Global de Riqueza de 2013, elaborado por el Credit Suisse Research Institute, el 10 % de los individuos poseen el 86% del total de la riqueza mundial. Sin duda alguna, una cifra para pensar…
Al parecer, hay una buena cantidad de personas en el mundo que acumulan mucho más de lo que necesitan, y a quienes les tiene sin cuidado que otros padezcan los rigores de la pobreza.
Y es que cuando subordinas todo a las riquezas, como sucede en varios casos, tenderás a “cosificarte”: a volverte un producto más. Entrarás en el juego de un sistema económico injusto (principalmente en términos de equidad). Comenzarás a verlo todo en términos de beneficios y a los demás como si fueran “mercancías”.
Debido a esa lógica del máximo beneficio, y la mínima inversión, hasta el amor, en algunos casos, desde hace siglos, se volvió para algunos un producto que se compra y se vende.
No es una gran revelación decir que algunas mujeres se casan para que las mantengan. En realidad, no necesitan un hombre a su lado, sino una chequera que las consienta. Inclusive, varios hombres hoy en día también escriben esa misma historia.
La riqueza somos nosotros mismos
Quien tiene mucho que perder, también tiene mucho que temer. Por eso, en muchas de las vidas de los más ricos hay una enorme selva de angustia. A las riquezas es necesario cuidarlas, preservarlas, hacerlas rendir cada vez más. La riqueza se vuelve un fin en sí misma y así como crecen los bienes, también se vacían otros aspectos de la vida.
Los ejemplos de ricos infelices son muchos. Individuos que llegan hasta el punto del suicidio, porque descubren que no saben si quienes les rodean son sus amigos, o clientes de sus favores. No saben si los aman, o los utilizan para algún beneficio.
Cuando te ocupas solamente del dinero y de los bienes, llegas al punto de no tener ni siquiera el tiempo que necesitas para disfrutar de todo lo que tienes. Olvidas que muchas de las cosas más importantes de la vida son gratis… Y provienen de tu ser, no de tus pertenencias.
En verdad, no todo tiene precio. Y no todo es dinero… Por norma general, entre uno más tiene, más y más desea. Esto se convierte en un círculo vicioso de nunca acabar; como el mito de Sísifo, o las poleas sin fin.
Obviamente, el dinero no es malo en sí mismo, sino que lo negativo es el uso que puedes hacer de él. Porque el dinero es necesario para vivir, pero no por eso debes renunciar a lo que eres o a lo que deseas llegar a ser.
El que más tiene es el que menos necesita…
Somos lo que somos, no lo que tenemos. Ciertamente, bastantes personas saben muy bien cómo conseguir dinero, pero han olvidado dar un abrazo, un beso o decir: “gracias” o “perdón”… Disfrutar de las cosas sencillas de la vida, de todo aquello que surge sin cálculos o previsiones.
De hecho, muchas de las grandes virtudes humanas nacen en condiciones de necesidad. Detrás de cada invento científico, de cada gran creación, de cada hazaña admirable, hay una necesidad que la inspiró. Bien dicen que “el hombre es Dios cuando sueña y esclavo cuando cuenta”.
El que vive en función del dinero, no sueña, sino que calcula. El gran problema puede aparecer cuando la vida le exija enfrentar algo para lo que no se requiere dinero. Como reír, o asumir el hecho de la muerte. Como amar o ser capaz de ser feliz con la felicidad de alguien amado.
En realidad, la riqueza está en ti y no en lo que posees. Porque te podrán despojar de lo que tienes, pero nunca te arrebatarán lo que eres. Y si eres algo más que el dinero que tienes, siempre podrás volver a empezar. No en vano se dice que “el que más tiene es el que menos necesita”.
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