A veces espero tu respuesta, tus palabras… No he aprendido que no llegan, o que quizás me las ofreces de otra forma, como ausencias, como vacíos que no llenas de letras y de frases. Tu silencio encierra lo que no quiero escuchar, lo que me niego a oírte pronunciar.
Es cobarde dejar que el silencio sea la respuesta, pero a veces es lo que nos queda. Todavía no he aprendido a no esperar nada de ti, a no tener expectativas, a saber que ese vacío que creas es tu respuesta, es lo que quieres decirme.
“Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio”Compartir
No aprendo a descifrar tu silencio
No logro interpretar el silencio que dejas al cerrar una puerta y permitir que mis pensamientos vuelen, para lograr dar un sentido a esas palabras que no pronuncias. Necesito que des forma con tus palabras a todo ese denso silencio que creas cada vez que te vas, cada vez que callas.
Tu silencio crea una distancia entre tu y yo, un abismo que es imposible cruzar, una separación inexplicable que no merezco, que no entiendo, y que, sin embargo, debo aceptar. Pero tu silencio es un camino que se divide en mil posibilidades, y no puedo saber cuál es la que se adecua a tus pensamientos.
“Allí, en el centro de ese silencio, encontraba no la eternidad, sino la muerte del tiempo, y una soledad tan profunda que la palabra misma perdía todo sentido”Compartir
Lo que sé del silencio
Tus silencios no son siempre iguales, cambian sin apenas darnos cuenta. Hay silencios tímidos, en los que no te atreves a hablarme, pero me miras a los ojos y tus ojos me hablan.
Hay silencios irónicos, cuando clavas tus miradas en la mía y sonríes sin decir nada. Hay silencios despistados, cuando te pregunto y no me has escuchado porque estás lejos de aquí sin querer. Y sobre todo, hay silencios cómplices, de los que te arrebatan el alma con unos labios que no pronuncian palabras.
Pero este silencio, el que nos separa en este momento, encierra otras cosas, lo que no nos hemos atrevido a decirnos y ha creado un profundo espacio entre lo que tenemos y lo que queremos. Y aunque ya no espero nada, me queda la duda de si logré entender todo tu silencio.
Mi respuesta a tu silencio
Puedo buscar mil respuestas a tu silencio pero sólo te puedo responder de una forma: dime lo que piensas, lo que te preocupa, estoy a tu lado para ayudarte, para entenderte. Si necesitas un abrazo te lo daré, si necesitas un beso de daré cientos de ellos, y si sólo quieres que te escuche lo haré, solo te pido que pronuncies lo que quieras decir.
Te puedo responder de muchas formas, puedo darte silencio a cambio del tuyo, pero no deseo crear un espacio aún mayor entre tú y yo. Puedo seguir intentando dar forma de palabras a ese silencio tuyo. O puedo, obviarlo y seguir hablándote sin recibir respuesta. Respeto tu silencio, y necesito que respetes mi incertidumbre, mi necesidad de saber, de conocer tus pensamientos.
Las respuestas que me da tu silencio
Si te marchas sin decir nada, tu silencio me susurra que ya no que quieres. Si no contestas a mis mensajes, tu silencio me dice que no te importa cómo me siento o lo que pienso. Si te pregunto por tus pensamientos y no contestas, tu silencio me dice que hay algo que me quieres ocultar.
Puede ser que las respuestas que quieras dar con tu silencio no sean esas sino que sean otras, pero no puedo conocerlas si no me ayudas a comprender lo que no dices.
Casi no recuerdo el eco de tus palabras, ya no las escucho, te mueves delante de mi como un fantasma, como alguien que no reconozco y es tu silencio el que me sugiere lo que no eres capaz de decir con palabras.
Y si de nuevo cierras la puerta detrás de ti, sin pronunciar palabra, cierra para siempre, no vuelvas, porque será en ese momento cuando entienda que sólo querías decirme adiós.
“Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma”