Muchas veces cuando nos decepcionamos tendemos a no encajarlo bien… “Todo me pasa a mi”, “yo no me esperaba esto”, “yo es que tengo muy mala suerte”.
Parece como si las cosas malas solo nos sucedieran a nosotros, incluida la decepción, uno de los sentimientos humanos que más nos hieren el alma. Sin embargo, si nos tomáramos la decepción como algo que forma parte de la mochila de la vida, encajaríamos estos reveses mucho mejor.
Que un amigo, que una pareja, que un familiar te decepcione de diferentes formas, criticándote a tus espaldas, olvidándote de un día para otro, etc. en definitiva, que te fallen como no creías que pasaría nunca, tienes que aprender a encajarlo.
Esos manotazos todo el mundo los recibe, no solo tú. Te decepcionarán, tú también decepcionarás… forma parte del juego de la vida. ¿Por qué no aprendemos a jugar?
La decepción forma parte de la vida de todos nosotros
¿Cuántas veces has estado sentado en un bar y has escuchado entre amigos una inagotable conversación sobre “Es que es lo que no parece…”, “Yo no me lo esperaba…” y bla bla bla… sin parar?
Ese tipo de conversaciones muchas veces sirven para desahogarnos, sí, pero otras tantas veces para “achicharrarnos”. Repetir incansablemente nuestra decepción y lo mal que se ha comportado con nosotros esa persona, no nos vale nada más que para “quemarnos”.
Si alguien nos ha decepcionado, nos la ha jugado… coméntalo pero no te martirices. No vuelvas a darle vueltas y más vueltas como si fueras un ratoncillo en una rueda, que anda sobre sus propios pasos sin llegar a ningún lado.
Todos tenemos sentimientos de tristeza, ira, desconsuelo ante las decepciones pero sobredimensionarlos, es lo malo. ¿Cómo podemos acabar con ese hábito feo?
“Nacemos llorando, vivimos quejándonos y morimos desilusionados.”Compartir
¿Cómo podemos acabar con este hábito?
Decepcionarnos forma parte de la vida. Quizás la clave esté en saber encajar la decepción cuando nos toque a nosotros y no anclarnos en ella… A continuación, te ofrecemos algunos consejos para que la carga negativa de la decepción no se haga con tu día a día…
- No sobredimensiones el tema. De acuerdo, te han decepcionado, pero ya está. Si sigues hablando y pensando en ello, la bola cada vez se va haciendo más grande y más grande.
- Ocupa tu mente con otras cosas. Deja de pensar en lo mismo. Ocupa tu mente con otras cosas. Dedica tiempo a tus aficiones, a tus quehaceres… deja ese monólogo interior tan dañino para ti.
- Comenta para desahogarte, pero luego cierra el tema cuanto antes. Es bueno que te desahogues, que le cuentes a esa persona que tan bien te comprende que te pasa, pero no sigas contando lo mismo una y otra vez.
- Mira también las cosas buenas que te suceden. ¿No te estás dando cuenta de que estás más pendiente de tu decepción y que ni si quiera te paras a ver las cosas buenas que te suceden?
- No olvides que siempre hay personas buenas. Te la han jugado bien, de acuerdo, pero no te vengas abajo, recuerda que siempre hay personas buenas y que quizás te han hecho un favor para que te des cuenta que el mundo no empieza y acaba en esa persona. Hay mil personas y mil cosas buenas esperándote.
- No seas tan inquisidor, recuerda que tú también te equivocas. ¿Acaso solo los demás se equivocan? Nadie somos perfectos. Ni los demás ni tú. Así es que aprende a perdonar y a perdonarte.
“Tristeza y melancolía no las quiero en casa mía”
-Santa Teresa de Jesús-
Aprende a cultivar el equilibrio emocional y no te dejes abatir tan fácilmente. Instalarnos en la negatividad de bien poco nos sirve… quizás nada más que para hacernos infelices…
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