Nadia Fink es la escritora argentina a quien se le ocurrió la idea de escribir una colección de historias sobre mujeres que rompen con el estereotipo de los cuentos de hadas. Son historias hechas para niños y niñas y buscan derrumbar las ideas sexistas que promueven las “princesas” de Disney, las “Barbies” y clichés por el estilo.
Aunque estamos en pleno siglo XXI, el estereotipo de lo femenino sigue siendo muy fuerte. Una de las razones para que esto sea así es que desde los mismos cuentos infantiles se instauran imaginarios que evocan a “la princesa” como un ideal de mujer.
“Las mujeres con pasado y los hombres con futuro son las personas más interesantes.”Compartir
Los juegos de video y muchas de las grandes películas de Hollywood retransmiten ese estereotipo que cala fuertemente en la mente de los niños. Y es así como desde la infancia misma se alimenta un modelo caduco sobre la condición de los géneros.
Las mujeres de los cuentos de hadas
Los cuentos de hadas tradicionales tienen una estructura narrativa muy similar entre sí. Todos son historias de amor fantásticas, en donde el centro del conflicto es una mujer tratada injustamente por el destino. Todos, sin excepción, resuelven el problema mediante dos factores: la intervención mágica de otra mujer, el hada, y la salvación definitiva gracias a un príncipe.
Estas historias terminan con la elevación de la protagonista a la calidad de “princesa”, dentro de un reino encantado. Este tipo de argumentos y de resoluciones se reproducen cientos de veces, con las adaptaciones obvias, en diferentes telenovelas, series y películas actuales.
Lo más problemático de este tipo de historias es que distorsionan la esencia de muchos valores. Por ejemplo, enlazan arbitrariamente la bondad con la belleza. La “princesa” siempre es buena, pero también bella. No hay princesas feas. Las feas son las que conspiran contra ella, básicamente por envidia.
También inculcan la idea de que el mayor triunfo para la mujer es encontrar a su príncipe. Con ello se transmite una idea equivocada del amor.
En el amor real, la historia comienza donde terminan los cuentos de hadas. No se vive feliz para siempre, sino que la convivencia supone los desafíos más arduos para la pareja. Y no hay príncipe, sino un hombre hecho de carne y hueso que no siempre puede responder a las expectativas de una chica que quiere idealizarlo.
Finalmente, este tipo de elaboraciones fantasiosas conduce a la frustración, a la infelicidad. Aunque cueste trabajo creerlo, muchas personas sufren toda su vida por no encontrar ese ideal de mujer, de hombre, o de amor, en lugar de ser felices con las situaciones reales que la vida les aporta.
Las antiprincesas
Las dos antiprincesas con las que Nadia Fink inauguró su colección son Frida Khalo y Violeta Parra, dos mujeres que no se quedaron esperando a que un príncipe las salvara, sino que ni se salvaron, ni se quedaron esperando.
En sus historias de amor sí hay contradicciones, abandonos y desencuentros. También hay grandes logros y un desarrollo individual independiente a las vicisitudes del amor de pareja. Contrario a lo que podría suponerse, estas historias no decepcionan, sino que representan un nuevo tipo de interés: el interés por el mundo real.
Frida Kahlo no era la típica rubia angelical que encontró a su príncipe soñado. Fue una mujer marcada por la enfermedad desde muy joven, que vivió una apasionada y contradictoria historia de amor con un hombre que tampoco se parecía a “Kent” el eterno novio de la Barbie. Lo interesante de esa historia fue la forma como quedó plasmada en la obra pictórica de Frida: una verdadera poesía de imágenes.
Violeta Parra, la gran artista chilena, no pudo ser la mujer que añoraba su primer esposo. No fueron felices para siempre, sino que se separaron. La primera hija que tuvo con su segundo esposo, murió de dos años.
Su famosa canción “Gracias a la vida” la compuso tras recuperarse de un intento de suicidio. Y el hermoso tema “Volver a los 17” se lo escribió a Pedro Messone, a quien superaba por 21 años de edad. No era, ciertamente, el tipo de mujer que inspiraría una historia de Disney.
Son muchas las antiprincesas de carne y hueso que dejaron profunda huella en el mundo, por su negativa a ser y actuar como un estereotipo. Mujeres dotadas de una gran personalidad, que fueron capaces de enfrentar los prejuicios y se atrevieron a ser libres. Por eso, sin duda, podemos decir: ¡Que vivan las antiprincesas!
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