El mundo de las relaciones humanas irremediablemente nos interesa y nos afecta, no podemos permanecer indiferentes a este hecho. Vamos aprendiendo a descubrir quiénes somos a través de los ojos de los demás, y cada persona que conocemos durante el transcurso de nuestras vidas nos puede aportar algo diferente.
¿Permaneces abierto a la posibilidad de que cualquier persona puede aportarte algo importante en tu vida? Dependiendo de nuestra apertura, esto será más o menos cierto, lo importante es reconocer que cada persona tiene este potencial en nuestras vidas, al igual que nosotros en la vida de los demás; estar atentos a esta posibilidad y aprovecharla ya depende de cada cual.
“El encuentro de dos personas es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, ambas se transforman.”Compartir
Las relaciones como oportunidad de aprendizaje
Cada relación que vivimos es potencialmente importante. Cualquier encuentro que tengamos puede hacernos descubrir muchas cosas acerca de nosotros mismos. Ya sea en nuestras relaciones de pareja, con familiares, con nuestras amistades, relaciones esporádicas y relaciones de trabajo. Cualquier tipo de relación puede tener un impacto en nosotros.
Toda relación se convierte en una oportunidad para comprobar cómo reaccionamos ante cada persona; cómo nos comunicamos, qué sentimos, qué nos produce malestar; qué conductas nos agradan, cuáles nos producen rabia y enfado, etc.
Todas nuestras reacciones en los vínculos que creamos tienen que ver con un aspecto nuestro, muchas veces inconsciente que no conocemos o incluso rechazamos
Cuando ponemos el foco de atención en la otra persona con respecto a cómo nos sentimos, estamos perdiendo una valiosa perspectiva; donde no es la otra persona la que me ha generado esta emoción, si no que he sido yo el que ha tenido esta reacción frente a su conducta, lo cual puedo indagar y ver de dónde proviene; como una oportunidad para saber qué tiene esto que ver en mi vida.
Reaccionar así supone ser muy consciente de que no es la otra persona quien provoca rabia, malestar o tristeza en mí, tampoco la que me genera felicidad, alegría o entusiasmo. Todo el repertorio de emociones ya sean agradables o desagradables las generamos nosotros mismos a través del vínculo. Son respuestas que emitimos con respecto a nuestra experiencia y sistema de creencias.
La relación como espejo de mí mismo
Existen muchos sentimientos, deseos, intenciones; que por ciertos motivos nos avergüenzan y rechazamos de lleno. Son partes de nosotros que no estamos dispuestos a ver; y para defendernos de esto utilizamos la proyección. Proyectamos en otras personas lo que no estamos dispuestos a ver en nosotros.
“Todo lo que nos irrita de otros nos lleva a un entendimiento de nosotros mismos.”Compartir
Tenemos reacciones emocionales que activan la proyección, y pueden ser tanto positivas como negativas. En las positivas te estás reflejando en la otra persona con una parte que te gusta de ti, que valoras y aprecias y de la cual no eres consciente. En las negativas estás reflejando algo que te censuras, una parte de ti que no te gusta, haciendo todo lo posible por no tener que reconocer; esto supone un conflicto interno que interfiere en las relaciones.
Lo interesante de poder reconocer nuestras proyecciones, es ver cómo nuestras actitudes e impresiones hacia las personas y el mundo que nos rodea, son esencialmente las ideas rechazadas que albergamos hacia nosotros mismos.
Las relaciones que mantienes dicen mucho de ti
Donde menos esperamos encontrar, resulta que cualquier persona puede proporcionarnos un gran amor, una hermosa compañía e importantes aprendizajes. Nos volvemos exigentes esperando a que esto nos llegue del exterior, sin embargo, es una cuestión interna. Todo lo que es significativo para nuestras vidas aparece cuando estamos en disposición de poder albergarlo.
La integridad, entereza y estabilidad no nos la puede ofrecer nadie, y no es justo que carguemos a los demás con esa responsabilidad. Todo esto procede de nuestro interior, y es facilitado a través de las relaciones que mantenemos.
“Suele ocurrir a menudo que precisamente las personas con las que tenemos relación son las que mejor que nadie pueden incitarnos a poner en juego todos nuestros recursos. Por frustrantes que sean, tal vez sean justamente las que necesitamos: la persona <> suele ser nuestro mejor maestro.”