Si hay algo que de verdad nos mueve son la curiosidad y las ganas de conocer cosas, mundos y experiencias nuevas. La curiosidad nace a la vez que nosotros de una manera innata y se mantiene a lo largo de toda nuestra vida: en el momento en el que sentimos que no hay nada que nos conmueva a seguir conociendo, tenemos un problema.
Esta es la gran razón por la que el escritor portugués, Saramago, nos decía que ‘la vejez empieza cuando se pierde la curiosidad’. En otras palabras, relacionamos la juventud con la vitalidad y con las ganas de disfrutar sin límites del mundo; mientras que unimos la vejez a la empatía por la vida y a la apetencia por descubrir más sobre lo que nos rodea…
“Yo no podría, a ninguna edad, ser feliz estando sentada junto a la chimenea y simplemente mirar. La vida fue propuesta para ser vivida. La curiosidad debe mantenerse viva. Uno no debe nunca, por ninguna razón, volverle la espalda a la vida.”Compartir
La curiosidad es la marca de los niños
Seguramente hayas podido comprobar que a los niños, sobre todo cuando son más pequeños, les posee unas ganas de conocer extremas. Ellos se llenan de una energía que los mueve a preguntarlo todo, a quererlo todo y a tocar todo lo que esté en su camino: es normal, están creciendo y quieren conocer dónde están y qué es lo que puede ofrecerle la vida.
“Pienso que si perdemos la curiosidad no hay nada; no hay reflexión y, por tanto, no hay conocimiento y no hay ninguna posibilidad de saber, de llegar al final de algo. Sin curiosidad, directamente no estás vivo.”Compartir
La U invertida de la curiosidad
En esta misma línea en la que entendemos la curiosidad como guía se han realizado algunos estudios iniciados justamente por esa curiosidad de saber por qué somos curiosos. Las investigaciones han determinado, de forma resumida, que somos más curiosos en aquellos momentos en los que sabemos un poco de un determinado tema y queremos saberlo todo de él.
La curiosidad, en estos casos, se podría representar como una U invertida, en la que el punto de inicio nos despierta la curiosidad de conocer la amplitud completa de dicha U. Este factor se relaciona con otros estudios que han demostrado que la curiosidad está ligada a la memoria y al aprendizaje: la curiosidad ayuda a retener en la memoria aquello que puede llamarse aprendizaje motivado, como recompensa.
Cómo fomentar la curiosidad
Con todo lo comentado, podemos entender que la vejez se relacione con la falta de curiosidad: dejar de querer aprender es similar a quitarle sentido a la vida. Es importante mantener siempre la curiosidad en nosotros, aquella que nos ha llevado a escuchar detrás de las puertas o a descubrir América. Gracias a ella hemos hecho avances en todos los campos de estudio.
La mejor forma de fomentar esta curiosidad es como hemos dicho estimularla, en su parte positiva, en los niños. Aquí vamos a ver algunas maneras de hacerlo:
- Desarrollar la imaginación: experimenta y déjalos experimentar, trata de convertir la rutina diaria en nuevas ‘excursiones’ en las que cada día se aprenda algo nuevo.
- Da ejemplo: si quieres que un niño aprenda algo acompaña lo que dices con el ejemplo. Si ellos ven que tú mantienes tu curiosidad, incluso por cosas cotidianas, ellos también lo harán.
- Responde a sus preguntas: no sirve de nada responderle a un niño un ‘porque sí’, salvo para que se calle. Intenta darle una explicación coherente para que poco a poco estas explicaciones le lleven a plantearse más cosas.
- Déjale hacer las cosas por sí mismo: los niños tienen que descubrir que se pueden cometer errores y que es necesario hacerlo para aprender. Si le das la oportunidad de entender esto le estarás ayudando a manejarse en situaciones difíciles y, al mismo tiempo, a potenciar su creatividad.
“Por suerte, la naturaleza me ha dotado de una curiosidad irracional hasta para las cosas más nimias. Eso me salva. La curiosidad es lo único que me mantiene a flote. Todo lo demás me hunde.”