Tener autoestima baja, no confiar en nuestras capacidades y sentir lástima por nosotros mismos forman una combinación destructiva. Conlleva a lo que se conoce como autocompasión. Básicamente es una tendencia que nos hace buscar un culpable a los problemas, fracasos o cosas malas que nos suceden.
Una vez que empezamos a autocompadecernos perdemos la capacidad para encontrar lo positivo en cada situación, nos mantenemos desmotivados y no confiamos para nada en nuestro potencial. No importa lo que otros nos digan, si nuestro jefe nos felicita por algo que hicimos bien o si nuestra pareja nos repite día a día lo maravillosos que somos.
La autocompasión y cómo sentirse víctima de las circunstancias
“Sentir lástima por nosotros mismos es una de las drogas no farmacéuticas más destructivas. Es un narcótico adictivo que da placer en el corto plazo pero nos separa de la realidad”. Estas son las palabras de Jhon Gardner, secretario de Salud de Estados Unidos.
Y no podría ser más acertada su definición sobre la autocompasión. Cuando culpamos a otros o a nuestro accionar, cuando el responsable de nuestra desdicha es la mala suerte, la economía o la política… si todo el tiempo buscamos “echar el fardo” de nuestros problemas al destino, el karma o Dios, entonces es muy difícil poder cambiar la situación.
En la mayoría de los casos la autocompasión se forja en nuestra infancia o adolescencia, alguien nos ha dicho que no teníamos la capacidad para vencer los retos o se nos impusieron muchas presiones para “ser los mejores”.
Si bien solemos pensar que las cosas que ocurren en nuestra vida están basadas en factores externos, no nos damos cuenta de que la base de la limitación o de la desdicha somos nosotros mismos y por supuesto la autocompasión que experimentamos.
¿Te autocompadeces a menudo?
Quizás algunas de las palabras que indicamos en este artículo están “haciendo ruido” en tu cabeza pero aún no sabes por qué. Tal vez se deba a que aún no sabes que sueles autocompadecerte demasiado. ¿Cómo darte cuenta de ello? Para comenzar respondiendo a estas preguntas:
- ¿Crees que la solución a tus problemas está basado en lo que hagan o no los demás?
- ¿Consideras que sueles buscar una justificación para tus actitudes?
- ¿Sientes que no tienes control sobre tu vida o lo que te sucede?
- ¿Buscas consejos pero no eres de seguirlos?
Si has respondido que si al menos a una de estas consultas, existe una gran posibilidad de que tiendas a sentirte una víctima de cada situación o que te compadezcas de ti con cierta facilidad. Es verdad que todos hemos cometido errores, nos vimos envueltos en fracasos de diversos calibres y por supuesto nos hemos sentido deprimidos.
Sin embargo, aquellos que se dedican a ver el medio vaso vacío de lo ocurrido o piensan una y otra vez en lo que podrían haber hecho tienen una personalidad o una tendencia “autocompadeciente”. Si crees que no tienes nada de control de lo que te pasa y que el mundo (desde un desconocido hasta un familiar) se aprovecha de ti para hacerte daño, serás incapaz de salir adelante.
Problema detectado: ¿y ahora qué hago?
Has dado un gran paso al aceptar que sueles tener autocompasión en bastantes ocasiones. Ahora debes seguir el camino del cambio y buscar una solución a tu inconveniente. Algunos de los métodos que te pueden ayudar son:
- No pienses que eres la víctima (no olvides que has sobrevivido a decenas de eventos dolorosos antes)
- Concéntrate en las cosas buenas (entrar en acción puede llenar tus sentimientos de vacío o pobreza internos)
- Encuentra la inspiración en lo que te rodea (si miras alrededor te darás cuenta de que hay muchos que pueden ayudarte con su experiencia)
- No toleres la autocompasión (si permites que se mantenga en tu mente te será complicado eliminar este mal hábito).
- Usa tu energía para cosas positivas (en lugar de pasar el tiempo pensando en lo malo del pasado enfócate en mejorar lo que quieres conseguir en el futuro).
- Permite tener emociones negativas (acepta quien eres y lo que te sucede).
La autocompasión se puede evitar. Comienza por no sentir lástima de ti mismo y por no culpar al universo por las cosas que te suceden. Es difícil, pero no imposible. ¡Vale la pena hacer el intento!
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