Ya me cansé de complacer a los demás. Debo admitir que por mucho tiempo creí que agradar a otros era una de las cosas más importantes. Hoy ya no me parece sea así, pero aún y cuando lo sea, ya no quiero hacerlo.
He comprendido que soy una persona completa. Antes temía al rechazo y no aceptaba la idea de no gustarle a alguien. Esto hizo que mi mente se saturara por completo. Llegué a un punto donde ya no había cabida para mi.
Decir “NO” me libera
Creía que ir por la vida haciendo lo que quería era sinónimo de libertad. Ahora he comprendido que hay algo más importante: no hacer lo que no deseas.
Cuando eres incapaz de negarte a hacer algo, te encadenas a los deseos de otras personas. Da lo mismo si es tu jefe, un amigo o un familiar. En algún momento sentirás que no estás haciendo nada de provecho por ti.
Incluso si te dicen que te agradecen el sacrificio que eso pueda conllevar, complacer a los demás es una carga muy pesada. Aprendí que decir “NO” significa que soy libre.
Hoy me apetece vivir mi vida como la deseo. Muchas veces esto implica quedarme en casa o salir con menos personas de las que creía necesario.
Complacer a los demás te acerca mucho a ser un autómata. Terminas haciendo lo que otros quieren porque crees que son más sabios. Y tal vez lo son, pero cómo aprenderé si no tomo mis propias decisiones.
Cómo vivir, qué hacer, qué sentir, dónde estar… son cosas tan básicas y tan importantes al mismo tiempo. Comprender que el único que puede regir tu vida eres tú abre una gran cantidad de puertas.
Me han dicho que soy más egoísta. Es cierto y no me molesta. Muchos podrán decir que esto es malo pero solo es así cuando lastimo a otros. Mientras viva de tal forma que mis valores y seres queridos no salgan lastimados, ninguna decisión puede ser negativa. Lo siento por aquellos que habían definido una vida para mi.
No me preocupa haberlos defraudado porque sé que quienes me quieren, desean lo mejor. Los demás simplemente pueden marcharse de mi vida. Si no querían lo mejor para mi, posiblemente no deban estar aquí.
Aprendí a pedir ayuda
Cuando me cansé de complacer a los demás aprendí que hay mucha gente dispuesta a ayudar. Algunos estuvieron en cada paso que di y otros solo cuando se los pedí. Esto no significa que le importe a unos y a otros no.
Es solo que cada uno tiene su vida y no pueden enfocarse en la mía. Aprendí que los verdaderos amigos están ahí a pesar de todo. Cuando te necesitan, lo dicen. Cuando los necesitas, llegan.
Antes creía que nadie querría apoyarme pero he aprendido que esa idea se debía a mi inseguridad. No es que hoy sea perfecta, solo aprendí a amarme y confiar en lo que valgo.
Dije “adiós” a las relaciones tóxicas
Cuando dejé de complacer a los demás también me alejé de las relaciones destructivas. Esas que con una palabra te hieren a propósito o que no están nunca a tu lado. Esas personas que me hacían sentir inseguras ya no las quiero más.
Hoy he decidido rodearme de amigos verdaderos. Descubrí que son menos de los que deseaba pero justo los que necesito. Ya no estoy dispuesta a tolerar cualquier cosa porque me acepten. He debido decir “adiós” incluso a parte de mi familia. Claro que es más complicado pero se trata solo de poner límites. No les gusta mucho, pero ¡qué bien me sientan!
Complacer a los demás no te lleva a ningún lado
¿Y tú? ¿Eres de los que van por ahí temiendo no gustar a los demás? ¿Vives tu vida con intensidad o vives la vida que te han dicho? Si aún no dejas de complacer a los demás te reto a que lo intentes por un tiempo,
Date un mes de libertad para ti. Aléjate de todo lo que no te gusta. Deja de lado la comodidad de seguir instrucciones y vive por ti. Descubrirás que es una sensación que te llena y no querrás dejarla.
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