Albert Ellis (1913-2007) fue un psicoterapeuta cognitivo de origen norteamericano, que en 1955 fundó la terapia racional emotiva conductual – TREC. Con base en un sondeo entre expertos de Canadá y USA (1982), fue proclamado como el segundo psicoterapeuta más acreditado de la historia.
Su técnica se fundamenta en hacer consciente la irracionalidad del pensamiento humano, para entender y superar los hechos dolorosos de nuestra vida. Albert Ellis tiene como premisa que no son las circunstancias o los hechos los que propician los estados emocionales, sino más bien la forma de interpretarlos.
“El único hombre que no se equivoca es el que nunca hace nada.”Compartir
A partir de lo anterior, Ellis plantea tres creencias irracionales básicas (que engloban las once creencias irracionales que cimentan su obra), las cuales se sintetizan de la siguiente manera:
Debo hacer las cosas bien y merecer la aprobación de los demás; los demás deben actuar de forma considerada y justa; y la vida debe ofrecerme unas condiciones buenas y fáciles para que pueda conseguir lo que quiero. En concreto, las once creencias irracionales de Albert Ellis, son:
1. Las creencias sobre la aprobación de los demás
La aprobación de otras personas tiende a ser relativa y de carácter positivo o negativo: cada quien nos aprueba de forma diferente. Querer agradarle a todos, genera servilismo. Por esto, la aprobación debe provenir de uno mismo y no de los demás.
2. Debes ser fuerte en todos los aspectos
Nadie puede ser completamente competente en todas las esferas de su vida. Exigirse el éxito, puede llevar a un rotundo fracaso. Esto puede acarrear enfermedades psicosomáticas y estrés, una permanente comparación con los demás, un complejo de superioridad y un marcado miedo a cometer errores.
El actuar bien es para sí mismo y no para los demás. El “éxito” implica una serie de procesos complejos, asociados al “ensayo-error” y a la disciplina en la práctica de algún oficio. Sin embargo, el fracaso está al orden del día: sencillamente, no somos perfectos.
3. La “maldad” es voluntaria y debe ser castigada
Según Ellis, actuamos sin una “maldad consciente”. La “maldad” es producto de la ignorancia o de la perturbación emocional: de no ser conscientes de las consecuencias de nuestros actos.
4. Debes obtener todo lo que te propongas
La realidad es una; el problema radica en que a veces no se ajusta a nuestras expectativas de vida. Aceptar las circunstancias, tal y como son, es lo mejor. Si son susceptibles de ser modificadas, bien; pero si no, también.
No conviene abordar todos nuestros deseos como necesidades esenciales. Eso, tarde o temprano, generará insatisfacción y desdicha. La pregunta: “¿las cosas son verdaderamente negativas o estoy exagerando?” En realidad, no todo es tan bueno y no todo es tan malo.
5. Cada quien es como es y no puede cambiar
Las “emociones negativas, autodestructivas o dolorosas” se pueden cambiar. En el pensamiento de Ellis es equivocado afirmar que no se pueden transformar y que sencillamente hay que padecerlas. Este tipo de emociones son construcción de uno mismo. Y como uno mismo las crea, también puede eliminarlas.
Es preciso analizar y descubrir “los pensamientos y las frases ilógicas”, que están asociadas a dichas emociones. Esto con el fin de modificar esas “propias verbalizaciones” y luego transformar poco a poco las emociones en cuestión. Por lo tanto, uno es el principal responsable de su destino.
6. Preocuparse por lo que viene evita los errores
Las adversidades no son tan dramáticas como uno piensa. Los miedos producto de ellas, obstaculizan el poder de decantar y dimensionar su real gravedad. Más aún, el “pre-ocuparse” demasiado de que algo pueda acontecer, no solamente no impide que ocurra, sino que además puede ayudar a su realización.
Ya en hechos inevitables (como por ejemplo la muerte) el dolor puede ser significativo cuando acontecen, pero la preocupación de que ocurran, puede ser más traumática que la misma adversidad prevista.
7. Lo difícil hace más complicada la vida
Realizar alguna cosa calificada como “difícil”, proponerse como meta un objetivo complejo y a largo plazo, siempre y cuando ésta o éste sean de carácter benéfico y conveniente, por lo general, conllevará no sólo mucho esfuerzo, sino también mucha satisfacción personal. Lo anterior, dependiendo de la trascendencia de lo alcanzado.
Tomar la decisión o dar el primer paso y comprometerse con una tarea o labor difícil, puede ser más doloroso que llevar a cabo dicha tarea. No en vano, es más tortuoso el proceso de la toma de decisión, que la decisión misma.
8. Hay que buscar la independencia a toda costa
Es normal depender de los demás: no vivimos solos y no podemos hacer todas las cosas solos. El problema es cuando dicha dependencia es mayor a lo normal y, peor aún, cuando otras personas comienzan a decidir y pensar por nosotros. Sin embargo, en un sano equilibrio, cualquier ayuda debe ser bien recibida.
9. Es necesario dejar todo el pasado atrás
El pasado siempre será determinante en el presente y en el futuro. Pero no tiene por qué limitar de manera significativa nuestra vida. El pasado puede volverse una excusa frecuente para no cambiar lo que hay que cambiar.
10. Debes procurar cambiar a la gente para que mejores
Conviene para nuestra vida, aceptar que no nos corresponde cambiar la forma de ser de las demás personas. Es algo que se debe dar de manera autónoma, involucrándonos solamente hasta el punto donde la otra persona lo permita.
De acuerdo con Ellis, apropiarnos de los problemas de otros puede ser un pretexto para no encarar nuestros problemas personales. El respeto por el libre albedrío resulta de suma importancia para tener vínculos sanos con los demás.
11. Busca la perfección
Hablarse en términos de certezas o verdades absolutas jamás será conveniente para el ser humano. Ni en cuanto a afirmaciones, ni a decisiones, ni a actos. Por consiguiente, no existen las soluciones perfectas, sino unas más apropiadas que otras. Decidirse por la más viable y segura, siempre será un buen punto de partida, no obstante lo anterior.
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