Bases Científicas del desarrollo del cerebro en la edad temprana
Investigaciones científicas constatan la rápida evolución del cerebro infantil en los primeros años de vida, momento en el cuál el aprendizaje es muy eficaz. El cerebro infantil presenta una mayor plasticidad, con mayor y más eficiente número de conexiones neuronales.
Este proceso dura hasta los seis años de edad aproximadamente, más tarde algunos circuitos neuronales se regeneran y otros se atrofian. Por tanto, el objetivo de la estimulación temprana es conseguir mantener el mayor número posible de conexiones neuronales, favoreciendo que éstos circuitos se regeneren y se mantengan funcionales.
Las investigaciones sobre estimulación temprana han avanzado muchísimo en los últimos años y, hoy se sabe que, la estimulación intelectual que los niños reciban durante sus primeros años de vida constituirá la base para su desarrollo posterior.
¿Por qué los ejercicios de estimulación temprana?
Durante la infancia se van perfeccionando los órganos de los sentidos, sobre todo, la percepción visual y auditiva, permitiendo a los niños reconocer y diferenciar formas, colores y sonidos. Los procesos intelectuales y las actividades del niño/a durante esta etapa constituyen habilidades que serán imprescindibles a lo largo de toda su vida.
La estimulación temprana tiene como objetivo estimular al niño/a de manera adecuada, no implica desarrollar niños precoces, ni adelantarlos a su desarrollo natural normal, sino ofrecerles una gama de experiencias que les permitan la adquisición de futuros aprendizajes.
Actividades de estimulación
Para optimizar el desarrollo del niño/a, las actividades de estimulación se agrupan en:
- Área cognitiva: a través de experiencias de interacción directa con los objetos y el medio que les rodea, el niño/a podrá desarrollar su capacidad de pensar, razonar, seguir las instrucciones y reaccionar ante diversas situaciones.
- Área motriz: está relacionada con la habilidad para el movimiento, permitiendo al niño/a tomar contacto con el mundo que le rodea. Para desarrollar esta área es necesario permitir al niño/a tocar, manipular todo lo que ve, permitir que explore pero poniendo siempre límites frente a posibles riesgos.
- Área del lenguaje: se refiere a las habilidades de comunicación con el entorno y comprende tres aspectos: la capacidad comprensiva, gestual y expresiva. Por esta razón es importante hablarle constantemente, de esta manera el niño/a reconoce los sonidos o palabras que, escucha dándoles un significado y luego poder imitarlos.
- Área socio-emocional: comprende la afectividad y el inicio de la socialización del niño, que le aportará confianza y seguridad, sentirse querido y capaz de relacionarse con otros según unas normas comunes.
Por lo tanto, es fundamental la participación de los padres y educadores ya que son los primeros generadores de vínculos afectivos. Es importante que los adultos ofrezcan cuidados y atención, seguridad y amor, además de servir de referencia o ejemplo pues, de los adultos que les rodean los niños aprenderán cómo comportarse y relacionarse, es decir a ser personas.
Factores para una estimulación temprana adecuada
- Ritmo de desarrollo: como cada niño es diferente, tendrá su propio ritmo de desarrollo y éste dependerá a su vez de la maduración del sistema nervioso.
- Parámetros de desarrollo: es importante conocer y entender los parámetros de desarrollo pero, ya que éstos son bastantes amplios se debe partir del patrón de desarrollo general y emplearlo como guía para trabajar con el bebé o niño/a estímulos y actividades más adecuados.
- Estimulación positiva: nunca se debe forzar al niño a hacer ninguna actividad, la estimulación tiene que ser una experiencia totalmente positiva.
- Predisposición al juego: para aprender y asimilar nueva información, el niño/a tiene que estar predispuesto a jugar. Los padres tienen que ir conociendo el comportamiento de su bebé y a respetar sus necesidades, el límite para la realización de juegos solo depende de la imaginación de los adultos.
El afecto y los valores de su familia y, las reglas de conducta social permitirán al niño/a, con el tiempo, controlar su propio comportamiento, expresar libremente sus sentimientos y gozar de su propia independencia y autonomía.
Bibliografía: Ricardo Regidor. Las capacidades del niño: Guía de estimulación temprana de 0 a 8 años. Editorial Palabra, 2003.