Tal vez pienses que me he equivocado en el título del artículo, y la palabra cuando debiera llevar tilde, al ser interrogativa. Sin embargo, no es mi intención preguntar ¿Cuándo sabes que una relación esta acabada?, sino contar algunos sentimientos que vivimos cuando sabes que una relación está acabada.
Porque, por triste que parezca, muchos de nosotros alargamos relaciones mucho más allá de lo necesario, aún sabiendo que la chispa del amor ya se apagón, y no quedan ya ni los rescoldos de una hoguera que antaño ardió majestuosa y feliz.
Por eso debemos acabar la relación cuando ya sabemos que no queda nada. En honor a aquello que un día fue bello y hermoso. Alargar innecesariamente el sufrimiento solo es echar más tierra al fuego apagado, y solo se consigue enturbiar los recuerdos de la felicidad que antaño se vivía en esas almas amantes.
¿Por qué alargar una relación acabada?
Ahora sí que pregunto, y la cuestión es, ¿por qué alargar una relación acabada?, ¿realmente merece la pena?, ¿son tan fuertes los lazos y motivos que unen, que muchos nos sentimos en ocasiones incapaces de frenar la sangría aún sabiendo que el amor hace tiempo que marchó?
“¿Cuál es mi camino? ¿Esperarte? ¿Olvidarte? ¿Hacer lo que tú haces, ir de los brazos de uno y de otro, hoy dormir con alguien mañana con otro diferente?”
-Frida Kahlo-
Para el ser humano, la necesidad de sentirse protegido en sus rutinas es muy fuerte. De esta forma nos creemos menos solos, y sabemos que siempre habrá alguien esperando en casa.
Desde muy pequeños, se nos enseña que una relación es cuanto necesitamos al llegar a adultos. Un trabajo, una casa, una pareja y ya tienes tu vida plena, cumplida y con los objetivos alcanzados.
Sin embargo, cada día observamos con más fuerza que eso no nos satisface. Necesitamos ser nosotros mismos, alcanzar otros sueños más ocultos, pero no nos encontramos preparados para llegar a esos objetivos, y esto causa frustración por la incapacidad de ser realmente felices con nosotros mismos.
En esos momentos, nos refugiamos en las rutinas de relaciones rotas, que sangran amor por los cuatro costados, pero que nos ofrecen cierta tranquilidad y reposo, aunque distan mucho de ser lo que realmente necesitamos y soñamos.
El miedo a perder a alguien
En la vida nos han enseñado a tener miedo. Y uno muy grande es perder a la persona amada, aún a pesar de que no es amor lo que queda ya en esa relación.
“El más difícil no es el primer beso, sino el último.”
-Paul Géraldy-
Puede ser que el cariño perdure. También quedará algo de respeto, comprensión y amistad o camaradería. Pero eso no es amor, y el no saberlo, junto al terror a que se pierda, nos atora la mente, el alma y el corazón, y nos impide tomar la fatídica decisión que representa el fin de esa relación.
Tal vez, la inseguridad que aparece en nuestro corazón desde bien pequeños nos impide tomar las duras decisiones que están por venir, porque sabes que el amor ha acabado, pero no eres capaz de decirlo en voz alta, o de contártelo a ti mismo.
Tal vez el terror a la soledad y el no tener a nadie cuando llegues a casa te impide tomar esa decisión que sabes que sería la correcta, aunque no encuentras el valor para encaminar tus pasos en la dirección adecuada.
Tal vez el miedo al qué dirán. ¿Cómo se lo tomará mi familia?, ¿qué pensarán de mí mis vecinos y amigos, ¿cómo voy a hacerle esto a mis hijos? Y mientras, vives una existencia infeliz y penosa que arrastra tu dignidad por una relación que perdió la pasión hace años, y que cada día te mata un poco más por dentro de tu corazón.
No siempre es fácil mirar dentro de un corazón, y más aún si está roto. Pero es necesario, porque una relación acabada, en la que no queda amor, es una de las maldiciones más terribles que puede encerrar tu alma. Así que sé valiente, sincera tu pensamiento y haz lo que debes hacer si sueñas con volver a ser feliz algún día.
lamenteesmaravillosa.com