Es común en las parejas vivir atados el uno al otro y mermar así las inquietudes y las posibilidades de crecimiento emocional que cada miembro de la pareja tiene. A una pareja hay que darle alas para volar, no atraparla en una jaula para disfrutar en exclusiva de lo que es y transmite.
Así, lo que está claro es que la felicidad de cada uno debe depender de uno mismo, lo que ocurre es que la pareja es uno de sus principales potenciadores. Así, para que surta todo su efecto debemos prestar atención a muchas creencias que nos atrapan en relaciones de codependencia.
Para que los miembros de la pareja funcionen como vitaminas esenciales tienen que dar un paso esencial: hallar un propósito compartido, al mismo tiempo que se conserva el espacio personal. Para esto es esencial que pase el tiempo y que haya un conocimiento mutuo en positivo.
Hallar un propósito compartido para contruir relaciones sanas
Identificar la razón por la que hallar un propósito compartido es el primer paso para conservar el espacio personal de cada pareja. Hacerlo potencia la capacidad de conocerse y de explorar horizontes nuevos, aportando cada uno su granito de arena.
Buscar esos momentos para compartir y delimitarlos, ayudará a que los miembros de la pareja comprendan que hay tiempo para crecer en compañía y de maneja conjunta. Pero ojo, hay que poner cuidado en que ese propósito compartido no nos absorba, ni como pareja ni como persona con inquietudes.
- Percatarse de que disentir respecto a la otra persona no implica que haya algo perverso en la relación.
- Lo normal es tener conflictos irresolubles y tener la capacidad de expresarse con plenitud. De hecho, el 69% de los conflictos entre las parejas nunca desaparecen.
- Si bien no todo se puede resolver, sí que se puede convivir con las diferencias.
- Las personas concedemos una importancia diferente a situaciones idénticas. Algo que muchas veces dificulta nuestra capacidad de ponernos en el lugar del otro.
- Reconocer el “idealismo emocional” de cada uno y poder hablar sobre ello significa validar y construir la conexión emocional que necesita una pareja.
- La mejor manera de zanjar ciertas situaciones es mostrando respeto hacia el otro “Sé que no estamos de acuerdo, comprendo que tú estés comprometido con tu visión sobre el tema al igual que yo lo estoy con la mía. Por lo tanto, te respeto”.
- Se exploran los ritos que existen entre la pareja y se crean otros nuevos.
Conservar el espacio personal significa convertirse en detectores de sueños
Cuanta más información emocional comparta una pareja sobre sus inquietudes, más sana será su relación en cuanto a sus ambiciones y contactos emocionales. Esta premisa es básica a la hora de convertirnos en impulsores de sueños.
Es decir, no vale con no coartar su libertad de disfrutar y de conocerse, sino que como parejas emocionalmente sanas debemos fomentar la realización de los sueños y aspiraciones del otro. Caer en este error es habitual y se refleja en frases como: “Yo no te he dicho que no lo hagas”, cuando en realidad tampoco has contribuido demasiado para que lo hiciera o has puesto una cara de “si lo haces, atente a las consecuencias”.
Sí, quizás no lo decimos, pero al no ofrecer nuestra opinión de manera explícita es probable que estemos sosteniendo ciertas creencias tradicionales en torno a la relación de pareja. Pensamientos que atacan directamente a las actitudes proactivas que nos empujan a realizar nuestros sueños.
Es bueno evitar la existencia de “agendas ocultas y poco exploradas” en nuestra pareja y abonar un terreno emocional para compartir deseos e inquietudes que nos ayuden a recrear un espacio de desarrollo individual. Para lograr esto debemos:
- Escuchar al otro sobre sus inquietudes y sus sueños.
- Hacerle preguntas que le animan a explorar la historia que alimenta su ambición.
- Ofrecer empatía transmitiendo el mensaje de “entiendo que para ti sea tan importante” (compartamos o no su aspiración).
- Ofrecer apoyo emocional y aprobación a las decisiones y avances. Es muy importante que la otra persona sea consciente del orgullo que genera.
Amarse es quererse, a “pesar de” y “con” nuestros lados y aristas. Todos tenemos un lado feo, otro bonito, otro hiriente, otro empalagoso, otro ácido, otro amargo, otro dulce, otro salado, otro alegre, otro temeroso, otro triste, otro explorador, otro perezoso y otro desconcertante.
Cada una de nuestras facetas nos constituye en seres dignos de amar y de recibir amor, por lo que para completarse como vitamina emocional debemos respetar la expresión de cada sentimiento y cada manera de ser. Solo así podremos besar con cada rincón de nuestro corazón.
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