Hay personas que parecen nuestros ángeles de la guarda, pues siempre están a nuestro lado para prestarnos su atención y su cariño. Estas figuras nos hacen la vida más fácil no solo porque favorecen la aparición de cosas maravillosas, sino porque nos protegen de lo doloroso.
Nos dan su cariño y afecto con la intención de que nos sintamos apreciados, cobijados y respaldados cuando la vida se complica o nos sentimos molestos y defraudados con algo importante para nosotros. Simplemente “ESTÁN” en cada momento para ponerle la palabra o el gesto adecuado a la situación.
Además, esas personas que siempre están para todo y todos, no suelen fallar ni permitirnos derramar lágrimas si ellos pueden evitarlo. Pero, ¿qué pasa cuando a ellos les sobrepasa el día a día? Ellos también necesitan atención sin necesidad de pedirla.
La importancia de la atención hacia las personas que nos cuidan
Pensemos que tener el afecto y cariño de aquellos a quienes dedican su atención debe ser una especie de recompensa. Es sumamente importante que mostremos esta deferencia a las figuras afectivas que nos ayudan a movernos ante la vida.
Muchas veces convertimos esa disposición afectiva en una obligación y no damos valor al hecho de que su actitud favorecedora es una actitud de libre elección que merece un reconocimiento.Compartir
Estas personas siembran bondad, apoyo y afecto con su atención sin pedir nada a cambio o exigir un reconocimiento. Por eso al menos debemos estar a su lado y corresponder con asistencia cuando lo necesite.
Maneras de mostrar atención, cariño e interés
Si bien habitualmente podemos descuidar tanto las maneras como la frecuencia de mostrar atención, cariño e interés hacia las personas que nos rodean y nos quieren, tenemos muchas maneras de hacerlo.
¿Cómo? Con pequeños detalles. No hacen falta grandes ofrendas para hacer sentir especial a alguien a quien apreciamos y a quien queremos agradecer que esté pendiente de nosotros. Veamos algunos puntos clave:
- No exijas que haga nada, ni siquiera que esté pendiente de ti. Si lo hace es porque quiere, no porque tenga la obligación. Presta atención a no exigir de manera directa o indirecta que hace algo o que no hace nada por ti.
- Guarda la costumbre de tener detalles cotidianos con esa persona a la que tanto aprecias: una llamada con un “qué tal estás” sincero, la atenta escucha y hablar de sus experiencias y sentimientos es clave para mantener la balanza equilibrada.
- Sé comprensivo/a. Puede que a veces no te quieran escuchar o no te presten la atención a la que estás acostumbrado/a. Eso no significa que no tengas importancia, sino que esa persona está centrada en otras cuestiones.
- Muestra afecto según lo requieran las circunstancias y reconoce la labor de “esa persona que está para todos en cualquier momento”. Ellos también deben saber que tienen a alguien con quien contar a su lado.
Ser complaciente y ser atento es muy distinto
De todas formas, hay que diferenciar entre ser una persona atenta y una persona excesivamente complaciente. Ser atento y cuidadoso con los demás no viola el principio de libertad y de autodeterminación que uno tiene.
Sin embargo, vivir para complacer a los demás comúnmente genera una pérdida en nuestra identidad y nuestra libertad de hacer, ser y querer lo que nos plazca en cada momento. Esto además fomenta la frustración de quien intenta complacer, pues nunca conseguirá darle gusto a todo el mundo.
En este sentido es muy importante que trabajemos nuestra autoestima y la determinación de nuestros deseos, pensamientos y acciones. Atendiendo a esto debemos seguir la norma del bienestar, la cual viene a decir que antes de ocuparnos (o preocuparnos) del bienestar ajeno, debemos hacerlo de nosotros mismos.
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