Todos tenemos miedos, una reacción completamente natural ante una amenaza. Pero, ¿dónde está el límite entre el miedo y el trauma? ¿Cuándo se traspasan los límites del miedo y empezamos a hablar de algo mucho más serio?
Tener miedo es normal y siempre, en algún momento de nuestra vida, esta sensación aparecerá. Pero, no hablamos de lo mismo cuando nos referimos a un trauma, ya que esto es una herida tóxica que nos afecta en nuestra vida diaria.
“El que teme sufrir sufre de temor.”Compartir
Recordar todo con lujo de detalles
Los traumas suelen aparecer cuando nos sucede algo grave, como puede ser un robo, un secuestro o una violación. Situaciones que por otra parte, es normal que nos produzcan temor, ya que no son precisamente agradable. Pero, ¿Cuándo dejamos de hablar de un miedo adapatativo y consecuente con la experiencia y pasamos a hablar de trauma?
Cuando un miedo se transforma en un trauma, las imágenes aparecen en nuestra mente de forma repetitiva y sin control. De repente, no podemos dejar de sentir y de recordar todo lo que nos ha ocurrido, reviviéndolo mentalmente una y otra vez, repasando una experiencia que nos sume en una prisión de angustia.
¿Es negativo recordar todo aquello que nos ha sucedido y que es potencialmente traumático? Realmente, no. Lo negativo es dejarnos arrastrar por esos sentimientos y esos recuerdos que solo nos generan malestar. Está claro que no podemos borrar los recuerdos, pero sí podemos implementar estrategias para que estos se marchen de nuestro foco de atención rápidamente.
“Tu miedo termina cuando tu mente se da cuenta que es ella la que crea ese miedo.”Compartir
¿Se puede salir de esta situación? La respuesta es sí, pero lleva su tiempo. Piensa que no tienes un control absoluto sobre aquello que sucede en tu mente. Aunque quieras reducir esos pensamientos que te acosan una y otra vez, lo más probable es que vuelvan y que lo mejor es que estés preparado.
Además de recordar todo con lujo de detalles, empezamos a pensar en un futuro sin esperanza. Un futuro lleno de oscuridad y de experiencias completamente negativas y vacías. Nos vemos inmersos en un círculo que cada vez es más grande, del que no sabemos salir y en el que poco a poco nos vamos ahogando.
Esta es una percepción que nosotros desarrollamos sobre el mundo. Realmente, no todo es tan negro como parece, pero en nuestra realidad no hay opciones alentadoras, no existe la esperanza. Todo lo que parece gris va adquiriendo una tonalidad cada vez más oscura.
Cuando nos encontramos en este estado, empezamos a desconfiar de todo y de todos. La paranoia hace acto de presencia, nos sentimos perseguidos y acorralados. A este estado se le denomina hipervigilancia.
Has pasado por un robo, por un secuestro o por una violación y temes que esto vuelva a ocurrir. Crees que puede volver a pasar en cualquier momento y por eso estás alerta. ¿Te has encontrado en una situación así alguna vez?
“Hasta el más valiente tiene miedo.”Compartir
Si no te imaginas esta situación puedes recordar las sensaciones que sientes después de ver una película de miedo: cualquier sonido te hace temblar. Tus sentidos están alerta captando cualquier golpe, voz o sonido que, en otras circunstancias, pasarían desapercibidos. Lo mismo ocurre con el trauma.
Intentos fallidos de borrar recuerdos
Una de las técnicas para salir de esta situación tan negativa es la de intentar bloquear y eliminar estos recuerdos. Pero esto es muy difícil de conseguir ya que no contamos todavía con una goma que pueda incidir de una forma tan selectiva en nuestra memoria.
Así, los sentimientos se trasforman en los sustitutos de los recuerdos como objeto habitual de intervención. De esta manera, las personas que sufren un trauma se suelen volver frías y apáticas. Esto es un mecanismo psicológico clásico que todos utilizamos sin que nadie nos lo haya enseñado: la disociación.
Está claro que hay experiencias que duelen, claro que pasarás por momentos malos y buenos, nunca nada va a ser perfecto. Pero, no intentes vencer a todo esto escapando del miedo y activando mecanismos que tarde o temprano caerán por sí solos y revelarán el dolor que llevar por dentro.
Ignorar tus emociones y tus sentimientos nunca será la mejor opción para vencer tus miedosCompartir
Como siempre hemos dicho, lo mejor en estos casos es plantarle cara a tus miedos. Coge todos esos recuerdos, todos los traumas, y ¡enfréntalos! Aún estás a tiempo de poder solucionar todo esto.
El miedo no tiene porqué bloquearte, el miedo puede quedarse en un estado tolerable y adaptativo sin trasformarse necesariamente en trauma.
Si ya lo ha hecho, ponle solución lo antes posible. Busca la ayuda profesional si la necesitas, ellos te darán las claves específicas para tu caso y te acompañaran durante el camino de salida, partiendo de la situación en la que te encuentras.
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