Las perlas
Como al fondo del mar baja el buzo en busca de perlas, la inspiración baja a veces al fondo de mis tristezas para recoger estrofas empapadas con mis penas. Y en cada uno de mis versos viven, con vida siniestra, mis deseos, mis temores, mis dudas y mis creencias ¡Qué mucho que yo los ame! ¡Qué mucho que yo los lea, si son hojas arrancadas al libro de mi existencia!
Cuando en mi oscura memoria la frase brillando queda, como en un jirón de nube el reflejo de una estrella, es porque bajó tan hondo la inspiración a cogerla, que en esa frase palpita el corazón del poeta. Siempre que a soñar me pongo encantadoras quimeras, imposibles ideales, seres de extraña belleza que habitan en luminosas arquitecturas aéreas; formas que flotan aisladas y diáfanas, y serenas, como los ángeles blancos de la Divina Comedia, la realidad de la vida, inflexible, me despierta, y quedo confuso y triste sintiendo angustias supremas, como esas aves que huyen en busca de primavera y en alta mar las sorprende el furor de la tormenta. Entonces escribo, escribo con una ternura inmensa, que sólo cuando hago versos el alma llora y se queja, y la inspiración se hunde en el mar de las tristezas para recoger estrofas empapadas en mis penas. Y sin embargo, en el fondo, Cuántos dolores se quedan sin expresión, tan intensos que no caben en la idea, porque son, deseos vagos, aspiraciones inmensas, alas que exploran espacios, sueños de cosas eternas, nostalgias de extraños mundos, citas de lo que no llega... La inspiración es un buzo que no ha pescado esas perlas.
Luis G Urbina
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