Thomas Edison, cuando dio a conocer al mundo el proceso por el cual había creado la bombilla incandescente de alta resistencia, después de muchísimas pruebas y errores, dijo: “No fueron mil intentos fallidos, fue un invento de mil pasos.” Lo que nos enseñan las palabras de Edison es muy significativo: podemos tropezar muchas veces, cometer muchos errores, pero lo importante es siempre aprender.
Entre los años 1878 y 1880 Edison trabajó en al menos 300 teorías para poder desarrollar la bombilla incandescente eficiente, lo que demuestra la importancia de la perseverancia y de la voluntad de no rendirse antes de tiempo, así como de la voluntad de levantarse tras tropezar.
“¿Para qué repetir antiguos errores, habiendo tantos errores nuevos por cometer?”Compartir
Aprender a tropezar
Cometer es muy humano, pero lo que debe enseñarnos cada error es a levantarnos y a aprender de lo sucedido. De nada sirve lamentarse o buscar explicaciones en otras personas, cuando lo realmente eficaz es reflexionar y aprender la lección. Desde pequeños nos enseñan que los mejores son aquellos que no cometen fallos y nos ocultan que para tener el desempeño que tienen ahora, en el camino han cometido incontables, uno tras otro.
En el año 2011 se publicó en la revista Psychology and Aging un estudio que sostenía que a medida que envejecemos nuestro cerebro aprende mejor de los errores que de los aciertos. En dicho estudio se compararon los resultados del aprendizaje por ensayo error, con los del aprendizaje sin errores en ejercicios de memoria con grupos de adulos de entre 20 y 70 años.
La conclusión que se alcanzó en este estudio fue que los adultos mayores recordaron mejor las palabras claves si las habían aprendido por el método de ensayo y error.
Este resultado se debe a que los mayores sufren una disminución paulatina de la memoria debido a la edad, por lo que logran recordar mejor si utilizan con el método de ensayo y error ya que se tiene que hacer asociaciones que requieren un mayor trabajo para el cerebro.
“Un hombre se puede equivocar muchas veces, pero no se convierte en un fracaso hasta que empiece a culpar a otros por sus propios errores.”Compartir
La sombra del perfeccionismo
Hay personas que no son capaces de admitir errores, que son tan exigentes con ellas mismas y con los demás que cualquier error es visto como un fracaso y una derrota. El perfeccionismo puede ser una virtud en cierta medida, especialmente en aquellas tareas que son más relevantes, pero puede ser dañino si a cada identificación de un error le sigue una gran bronca interna.
Evitar el perfeccionismo debe tener como base la aceptación de nosotros mismos y la idea de que las metas son flexibles en la medida que se tengan que adaptar para hacer frente a un cambio en las condiciones. Esto no significa que debamos abandonar nuestras metas, sino que es necesario verlas con realismo y aprender que hay distintos caminos para alcanzarlas.
Un aspecto importante para poder aceptar la realidad que nos rodea tiene que ver con la celebración de los logros. Si vamos de castigo en castigo, olvidando un error solamente cuando se produce otro, nos perderemos todo aquello que consigamos.
No te encariñes con la piedra
Cada error es una lección, pero algo que es esencial evitar, es cometer una vez tras otra el mismo error, es decir, tropezar continuamente con misma piedra, ya que significa que no estamos evolucionando ni aprendiendo. Cada vez que nos enfrentemos a situaciones parecidas a otras del pasado en las que cometimos un error, es aconsejable realizar un examen de conciencia y preguntarnos:
- ¿Cuáles fueron las consecuencias negativas del error?
- ¿Vale la pena hacer lo mismo con el riesgo de cometer el mismo error?
- ¿Puedo hacer algo diferente?
Las respuestas a estas preguntas no echaran una mano valiosa a la hora de proceder de nuevo, pero esta vez con más acierto…
“Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa.”