Quizás es más conocido el término anglosajón bullying para referirnos a los maltratos psicológicos, verbales o físicos producidos entre escolares de forma reiterada a lo largo del tiempo.
Las consecuencias del acoso escolar o bullying se dan en el colegio y en sus entornos, pero las causas siempre se originan en casa. Cuando una criatura se siente feliz, necesita compartirlo con los demás y crea buenas relaciones. Pero no siempre es así.
Todo empieza en casa
Hay casos de familias desestructuradas o simplemente de mala relación entre los padres. Los hijos no pueden intervenir y la carga de todo ese dolor y frustración se la llevan al colegio, como si de la maleta se tratara. Por otro lado, ahora más que nunca, los problemas económicos provocan discusiones y mal humor en las casas. “Tú no te metas. Ya verás la que te espera cuando seas mayor”, se le dice a menudo al niño, consiguiendo así generar más frustración, incertidumbre y temor en la criatura.
Aún es peor la creencia de que “los niños molestan”. Los padres llegan a casa cansados y quieren que los hijos se acuesten pronto o que no les agobien. Los niños se encierran en la habitación para jugar con la consola o para conectarse a internet.
Y no hay que olvidar que hay hogares en los que la violencia es una realidad cuotidiana. Todas estas circunstancias son un caldo de cultivo para el bullying. La falta de cariño no tardará en pasar factura.
Las criaturas no pueden soportar el dolor, la rabia, la frustración provocada por la falta de dedicación de sus padres. Eso se traduce en bloqueos con graves efectos en la autoestima. El siguiente paso será crear corazas al relacionarse con los demás.
Tipos de corazas que desarrollan los niños
En los casos de acoso escolar, existen dos grandes tipos de corazas. Unos son los agresivos. Los otros son los tímidos y reservados, que tratan de pasar desapercibidos. Eso no les es posible porque, también en el fenómeno del bullying, los polos se atraen. Uno desempeña el rol de verdugo y el otro de víctima. Existe un tercer rol (una tercera coraza) que es el de la camarilla, que se siente segura y protegida al seguir a un líder agresor.
Hay muchas formas de acoso escolar o bullying: maltrato físico, maltrato psicológico, amenazas… Incluso hay casos en que el tirano obliga a la víctima a traerle dinero cada día, bajo la amenaza de agresión. Cuando esto ocurre, la víctima se siente aún peor porque debe robar a sus padres sin que se enteren.
Los líderes agresivos suelen ser listos y se las ingenian para que los maestros no se den cuenta de nada. Los padres del intimidado tampoco suelen percatarse hasta al cabo de mucho tiempo, cuando la crisis de angustia y ansiedad ya es evidente o cuando ya ha habido una agresión física.
Cómo detectar el acoso escolar
Tanto verdugos como víctimas son fácilmente detectables. Los tiranos son agresivos y se destacan por la chulería de su comportamiento. Responden de mala manera a los maestros y les plantan cara. Son obsesivos. Nunca están solos.
Si hubiesen tenido la atención necesaria, podrían haber sido personas decididas, competitivas y buenos deportistas. Si no se actúa a tiempo, acabarán con un tirano aún peor que ellos y son carne de cañón para caer en las drogas.
Las víctimas siempre hacen cara de asustados. No aguantan la mirada. No juegan con sus compañeros. A pesar de saber la respuesta en clase, nunca levantan la mano. Es fácil que hayan desarrollado bloqueos cerebrales y, en consecuencia, tengan problemas de concentración y saquen malas notas.
En condiciones normales, serían personas más seguras y con sensibilidad, con aptitudes creativas e investigadoras. Si no se actúa a tiempo, acabarán desarrollando trastornos mentales y emocionales graves.
¿Qué deben hacer los educadores si sospechan que hay bullying escolar?
Conociendo estos dos perfiles, los maestros deben prever el problema potencial y hacer un seguimiento. Tendrán que avisar al psicólogo del colegio e investigar si hay algún problema familiar en casa de los alumnos.
A los tiranos es fácil detectarlos por su conducta. A las víctimas se les puede preguntar directamente y a solas si están sufriendo algún tipo de acoso. Si ese es el caso, el niño pondrá aún más cara de asustado. Habrá que tranquilizarlo puesto que su mayor temor es que su agresor crea que se ha chivado. Si al formularle la pregunta, el alumno pone cara de póquer, significará que afortunadamente no está ocurriendo nada.
¿Qué deben hacer los padres en caso de “bullying”?
Tanto en el caso de los verdugos como en el de las víctimas del acoso escolar, los padres deberán prestar a los hijos la atención que se merecen. Nunca hay que descartar la posibilidad de un cambio de escuela. Sea como fuere, habrá que someterlos a terapia para eliminar los bloqueos de raíz que han desembocado en corazas.
Además es probable que las víctimas hayan desarrollado trastornos que afecten a la atención y a la calidad del sueño, que tengan bloqueos en su comunicación íntima y social, que se sientan cansados y sin ilusión, y que tengan sentimientos de cobardía. Los agresores seguramente tengan pensamientos obsesivos y hayan desarrollado bloqueos de comunicación íntima que les impiden expresar sus sentimientos.