Recuerda lo que sientes cuando vas conduciendo y suena en la radio una canción que te encanta o la sensación que te invade cada vez que escuchas una canción de tu infancia o esa melancolía que te abraza cuando oyes la balada que bailaste con una persona especial que ya no está en tu vida. La música provoca sentimientos, sensaciones, alegría y tristeza, melancolía. Evoca recuerdos, buenos y malos.
A principios de enero de este año, Rosa Montero publicó en El País Semanal un artículo sobre un libro sorprendente, “Instrumental: memorias de música, medicina y locura”, de James Rhodes (Blackie Books). Este escritor británico tiene una biografía muy dura: abusos sexuales, intentos de suicidio, internamiento en un psiquiátrico, prostitución… Pero a la vez Rhodes es la prueba de que la música y su belleza pueden curar.
“La música da alma al universo, alas a la mente, vuelos a la imaginación, consuelo a la tristeza y vida y alegría a todas las cosas.”Compartir
Rhodes es pianista, aunque empezó a estudiar tarde, lo dejó durante 10 años y lo volvió a retomar con casi treinta años. En 2010 se convirtió en el primer músico de clásica en firmar un contrato de seis álbumes con la multinacional Warner. Por lo general, una persona que deja un instrumento no vuelve a tocarlo, pero él sí y ha sido ese poder curativo de la música lo que ha regenerado su vida, dejando entrar toda la belleza.
Beneficios de la música
El conocido neurólogo Oliver Sacks narra en su libro “Musicofilia” la relación entre la música y el cerebro y nos muestra como la música puede despertar zonas dañadas del cerebro. En el libro nos habla de personas, no de pacientes y nos cuenta casos tan inquietantes como el de François Lhermite, que solo identifica una melodía, “La Marsellesa”; o el caso de Martin, una persona con un retraso mental profundo que sabe de memoria más de dos mil óperas completas.
“La música expresa todo aquello que no puede decirse con palabras y no puede quedar en el silencio.”Compartir
Pero no sólo Oliver Sacks ha demostrado los beneficios de la música para el ser humano, sino que otros científicos como Sarah Jhonson han creado incluso una disciplina universitaria en Estados Unidos. La musicoterapia es capaz de producir importantes cambios a nivel fisiológico en el organismo: acelera o retrasa funciones orgánicas (respiración, circulación, digestión etc.), a nivel psicológico estimula las emociones (facilita la expresión o produce un efecto calmante), y a nivel intelectual ayuda a lograr concentración, estimula la imaginación y facilita el aprendizaje de habilidades sociales.
La magia de tocar un instrumento
En las últimas décadas se han realizado numerosos experimentos para estudiar cómo escuchar música afecta de forma muy positiva al cerebro. Se hicieron resonancias a personas mientras resolvían problemas matemáticos y mientras escuchaban música y en este segundo caso se detectó como en el cerebro se activaban multitud de zonas a la vez.
Por otro lado, se analizaron los cerebros de personas que tocaban instrumentos musicales y comprobaron que tocar un instrumento equivale para el cerebro a una actividad física completa. Los neurocientíficos vieron que funcionaban diferentes zonas del cerebro de forma simultánea y muy rápida.
Tocar un instrumento activa prácticamente todo el cerebro a la vez, en especial las cortezas visuales, auditivas y motrices, por lo que la práctica continuada con un instrumento puede beneficiar también a otras actividades.
La diferencia entre escuchar música y tocarla es que lo segundo requiere motricidad fina que se controla por los dos hemisferios del cerebro, también combina la precisión lingüística y matemática para las que el hemisferio izquierdo está más desarrollado, con la creatividad en la que sobresale el hemisferio derecho.
Por todas estas razones, se ha comprobado que tocar música aumenta el volumen y la actividad en el cuerpo calloso del cerebro que es lo que conecta ambos hemisferios. Esto permite a los músicos resolver problemas de forma creativa en muchas otras áreas.
Los músicos tienen más desarrollada la memoria y son capaces de poner diversas etiquetas a sus recuerdos (contextuales, emocionales, auditivas etc.), casi como un buen buscador de internet. Otras actividades como el deporte o la pintura no han demostrado tener los mismos beneficios que tocar un instrumento musical en el cerebro, sino que aportan diferentes ventajas.
“Cuentan que cuando un silencio aparecía entre dos, era que pasaba un ángel que les robaba la voz.”