El doctor P era un músico maravilloso y acudió a la consulta de Oliver Sacks porque parecía tener algunos problemas en la vista. Sacks le examinó y al terminar la visita el doctor P miró entorno suyo buscando el sombrero. Extendió la mano y cogió a su esposa por la cabeza intentando ponérsela. Confundió a su mujer con un sombrero. Lo que lo que tenía, era un problema en su cerebro no en su vista
Oliver Sacks le prescribió que hiciera de la música la totalidad de su vida, porque para el doctor P la música había ocupado el lugar de la imagen y solo era capaz de hacer actividades cotidianas como vestirse o comer mientras cantaba. Este es solo un ejemplo de los secretos del cerebro humano que nos desveló Oliver Sacks a lo largo de su vida.
“Nuestra memoria es nuestra coherencia, nuestra razón, nuestra acción, nuestro sentimiento. Sin ella, no somos nada…”Compartir
Oliver Sacks ha sido uno de los neurólogos más reconocidos del mundo, con obras que incluso se han llevado al cine como “Despertares”. No sólo se dedicaba a estudiar el cerebro humano, sino que nos ha ido descubriendo sus secretos en un lenguaje cercano y utilizando las historias de sus propios pacientes, sin perder la rigurosidad científica. El mérito de Sacks es haber conseguido que el gran público entendiera fácilmente conceptos que en principio estaban reservados a los neurólogos.
Los secretos del cerebro y la música
Uno de los principales fenómenos que estudió Oliver Sacks es la relación entre la música y el cerebro. Tanto en su libro “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero” -en el caso que hemos visto al inicio del artículo- como en “Musicofilia”, donde analiza diversos casos de pacientes con alteraciones cerebrales que sin embargo conectan con el mundo a través de la música.
En la primera parte de “Musicofilia” (Poseídos por la música) Sacks analiza casos en los que la música afecta de forma negativa a algunas personas porque se convierte en obsesión. Es el caso de Tony Cicoria, un médico ajeno a la música que tras sobrevivir a un rayo, desarrolla una gran afición por el piano que se convierte en obsesión. Esa obsesión por la música afectó de forma muy negativa a su vida profesional y a su matrimonio.
“Toda enfermedad es un problema musical; toda cura es una solución musical.”Compartir
En la segunda parte de Musicofilia (Una musicalidad variada), Sacks habla de casos de sinestesia musical, en los que una persona identifica notas o escalas con colores o sabores. También habla de casos en los que una persona identifica un tono de forma absoluta, es decir, que es capaz de identificar una nota de manera perfecta.
Además, Sacks destaca la conexión que existe entre enfermedades como el Parkinson y la música como medio para mitigar sus manifestaciones más incómodas, o como el síndrome de Tourette cuyos espasmos y tics parece que se pueden controlar cuando el paciente realiza una actividad musical. En la última parte del libro “Emoción, identidad y música”, Sacks analiza los sueños musicales y otras interacciones entre los aspectos más sensitivos de cada uno de nosotros y la música.
Por lo tanto, el procesamiento neurocognitivo de la música supone la interacción de diversas funciones del cerebro, tanto neuropsicológicas como emocionales. Según qué aspecto de la música se analice (tono, organización temporal, secuencia etc.) intervienen distintas áreas del cerebro.
La música como estímulo emocional, activa áreas del cerebro diferentes si se trata de música agradable (núcleo accumbens) o desagradable (amígdala) por ese motivo, es tan importante su uso como terapia en determinadas enfermedades.
La despedida de Oliver Sacks
El pasado mes de agosto Oliver Sacks murió a los 82 años en Nueva York y nos dejó su enorme contribución a la neurología y a la literatura. Sus reflexiones sobre el cerebro humano, en base al análisis de casos reales de pacientes que habían acudido a su consulta a lo largo de los años, ha recobrado una forma antigua de contar la ciencia. Una forma que se separa de la estadística que domina actualmente la psicología y que de alguna manera la humaniza, reconociendo que en fondo cada caso es único.
En el mes de febrero, tras superar un melanoma en su ojo, anunció públicamente que el cáncer se había extendido y que le quedaban pocos meses de vida. A modo de despedida, escribió una columna en The New York Times que emocionó al mundo entero y de la que os trascribimos una parte:
“He amado y he sido amado. Se me ha dado mucho y he dado algo a cambio, he leído y viajado y pensado y escrito (…) Por encima de todo he sido un ser sensible, un animal pensante, en este hermoso planeta. Ha sido una gran aventura y un enorme privilegio”.