Las lágrimas tienen una importante función biológica: limpian nuestros ojos. Nos permiten disponer de una visión más despejada y son las encargadas de oxigenar nuestra córnea. Adicionalmente, operan como un lubricante natural y tienen compuestos antibacteriales que nos resguardan de las infecciones.
Las lágrimas también funcionan como indicadores de heridas en nuestro organismo. Activan mecanismos para que las células especializadas en procesos de defensa y cicatrización acudan a dicha zona para repararla: esto quiere decir que guardan una relación directa con nuestro sistema inmunológico.
“Si en alguna circunstancia, la vida te ha dejado heridas espera a que sanen y no abras más…”Compartir
Pero las lágrimas no son solamente una acción fisiológica. De hecho, la mayoría de nosotros las vemos como expresión de un contenido emocional. Se llora por una gran tristeza, por un miedo gigantesco o por la mayor felicidad. Se llora, porque se siente.
Las lágrimas, en ocasiones, atenúan la lluvia
Llorar es una manifestación subjetiva que tiene, por un lado, una función comunicativa: la de expresarle a los demás cómo nos sentimos, tratando de despertar en ellos un sentimiento de solidaridad. Por otro lado, las lágrimas tienen un objetivo terapéutico porque alivian las tensiones acumuladas en el día a día.
El llanto es un trámite emocional que puede tener diversos orígenes. El acto de llorar supera nuestra necesidad de control y, por tanto, en ocasiones por más que queramos evitarlo, terminamos llorando. El llanto indica falta de control, pero al mismo tiempo rompe una barrera de expresión.
Esto sucede porque en nuestro cerebro existen dos zonas diferenciadas: un área prefrontal, encargada de tareas ejecutivas como razonamientos, toma de decisiones y donde se encuentran la voluntad y otra zona cuya función es la de activar los actos reflejos, que por lo mismo son automáticos e involuntarios. Las emociones tienen origen en esta última zona, que a su vez es la zona más primitiva de nuestro cerebro.
Podemos llorar como resultado de picar una cebolla, lo cual simplemente constata el estado de normalidad de nuestro sentido del olfato asociado con nuestras glándulas lacrimales. También se puede llorar en casos particulares, en los cuales las causas obedecen a enfermedades. Este tipo de condiciones se conoce con el nombre de “llanto patológico”.
Investigaciones adelantadas por diversos científicos, revelan que al llorar se liberan sustancias como endorfinas, adenocorticotropina, prolactina y sales de manganeso y potasio, responsables de los altos niveles de angustia y excitación en nuestro organismo. Acto seguido, experimentamos un estado de relajación y de paz. De manera complementaria, al llorar las lágrimas actúan como un analgésico que reduce el dolor.
El llanto es disparado por estados de ánimo negativos de intensidad elevada como tensión, rabia o angustia, pero también por emociones positivas muy fuertes, como por ejemplo una alegría intensa. En cualquier caso, lo que se experimenta es una sensación de que el hecho es muy grande frente a nosotros.
¿Es bueno reprimir el llanto?
Reprimir el llanto es perjudicial para la salud. En la mayoría de culturas no tiene buena acogida ver a los hombres llorar, pues este acto es asumido como una debilidad. Como resultado, especialmente los hombres tienden a reprimir sus emociones, en oposición a las mujeres a quienes se les asocia con el llanto fácil.
El origen de dicha percepción obedece a modelos equivocados de educación con “criterios” machistas. Contener las lágrimas aumenta la frustración, la agresividad y produce bloqueos.
Ante la pérdida, de un ser querido por ejemplo, sobreviene una tristeza profunda: un proceso de duelo en el que la mejor ayuda es llorar. Esto hace parte de la vida. Cuando no se tramita y se reprime, trae como consecuencia la aparición de enfermedades, ya que tiene lugar un proceso de somatización por la represión del dolor emocional. Así, llorar es sano cuando es proporcional a la razón que lo desencadena.
Por el contrario, el llanto es insano cuando las causas que lo generan son desconocidas y está acompañado por falta de sueño o de apetito, disminución del peso, estar desmotivado e incluso querer morir. En estas situaciones desproporcionadas pueden hacernos sospechar a cerca de la existencia de un trastorno emocional al que se debe prestar especial atención, ya que requiere un tratamiento profesional.
Aspectos adicionales
Aunque se conocen los procesos fisiológicos que intervienen en el mecanismo del llanto y los elementos psicológicos que participan en este, hay aspectos que se desconocen y que, por tanto, siguen siendo un misterio. Llorar parece ser una característica exclusivamente humana, ninguna otra especie llora sus emociones.
Algunas teorías enuncian que el acto de llorar más básico es resultado del dolor físico, mientras que las más complejas afirman que es el resultado evolutivo de un tipo de comunicación no verbal que tiene por objetivo obtener ayuda de otros. Esto se verifica por ejemplo en el llanto de un bebé que busca la atención de su madre.
Sea como fuere, lo cierto es que el llanto, en condiciones normales, es un acto liberador. Y lo es, porque permite expresar los sentimientos y las emociones más allá de las palabras. Hay formas de dolor que no admiten un discurso, sino que demandan un gesto físico. Eso es el llanto: un gesto corporal que conduce a un estado de paz, cuando es espontáneo.
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