Cuando una persona está triste tendemos a atosigarle a preguntas sobre qué le pasa, qué le ha hecho sentir así, cómo se encuentra, cómo podemos animarle, etc. Sin embargo, a veces a los ojos tristes hay que hacerles menos preguntas y darles más abrazos.
Porque cuando nos sentimos mal y nos vemos envueltos en una tormenta de tristeza, nuestra mente y nuestro cuerpo necesitan del apoyo emocional de nuestros amigos y de las personas que son queridas por nosotros.
La tristeza es una emoción útil y básica que tiene como peculiaridad su capacidad para promover la empatía de los demás hacia la persona triste y favorecer así el apoyo emocional hacia quien necesita un hombro al que arrimarse.Compartir
Muchas veces las personas no necesitamos palabras que nos animen sino corazones pacientes que nos escuchen y que nos brinden un abrazo cuando atravesamos momentos emocionalmente complicados.
O sea que la mejor manera de ayudar a una persona que está triste es simplemente ofreciéndole sin palabras nuestra presencia, echando una mano a su hombro y mirándole desde el cariño y la sinceridad.
“Nuestra sociedad cada vez tiene menor tolerancia a cualquier tipo de sufrimiento y malestar. La necesidad de sentirnos felices hace que muchas veces no soportemos convivir con la tristeza”Compartir
La tristeza, latido de un lenguaje universal
La tristeza es la emoción de la pena, de la pérdida y del daño. Una experiencia que, si bien es negativa, resulta saludable para nosotros, pues inspira una autoconciencia mayor sobre todo aquello que nos rodea.
Esta experiencia emocional crece y permanece cuando percibimos que nos encontramos en soledad, pues se acrecienta el desánimo y genera una cuesta o montaña cada vez mayor que nos cuesta asumir y que puede llegar a patologizarse y materializarse en un estado emocional insano.
Abrazar a unos ojos tristes simboliza el acogimiento y el sostén al mundo en el que se vive, la lucha conjunta y el apoyo emocional.Compartir
Abrazar a esos demonios que vienen a decirnos algo
Bloquear nuestras emociones es un grave error. Esto es lo que nos enseñan películas como Inside-out (también denominada Del revés e Intensa-mente). Concretamente, la tristeza nos ayuda a través de la desmotivación que genera a reflexionar, analizar y a evocar comportamientos de cuidado en otros.
Por eso, tal y como se suele decir, si negamos nuestra tristeza y no la mostramos nos perdemos todo esto, no obteniendo así la ocasión de recibir un abrazo largo y cariñoso que nos ayude a recordar que no estamos solos.
La sociedad de las recetas de la felicidad nos obliga a estar alegres siempre y a no permitirnos el sufrimiento, pues se ve como anormal y negativo. Se entiende que la tristeza nos transporta a un lugar indeseado y, al final, caemos en la trampa del anhelo excesivo.
Por eso, un abrazo sin cuestionamientos ni preguntas nos ayuda a normalizar que podemos estar tristes y que, de hecho, debemos aceptarlo. Que nuestro entorno no juzgue y menosprecie nuestro estado emocional es esencial para recuperar la confianza en nosotros mismos.
Porque hay abrazos que nos ayudan a recomponer las partes que estaban rotas en nuestro corazón, aceptando que nuestros días tienen tantos matices como nuestras circunstancias y comprendiendo que nuestras emociones deben quedar al margen de ese supermercado de razones y recetas para casi todo.
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