Deja de intentar controlar lo incontrolable
Controlar significa que podemos, mediante nuestros pensamientos, emociones y acciones, modificar algún aspecto del objeto de control de manera dirigida. Si controlamos algo, tenemos poder sobre ello y podemos decidir su rumbo.
A todos nos gustaría poder controlar el mundo que nos rodea, pero lo cierto es que hay muy pocas cosas sobre las que podamos hacerlo. A nivel teórico, esto no es nada nuevo y somos conscientes de ello, pero a nivel emocional se nos olvida muy fácilmente, lo que nos lleva al malestar.
Las personas, por lo general, toleramos bastante mal la incertidumbre, así como la frustración cuando las expectativas que habíamos depositado en algo, no se ven cumplidas tal y como nosotros queríamos. Lo cierto es que es bastante desagradable cuando esto ocurre, así como también es en ocasiones perturbador el hecho de no saber qué va a ocurrir en una situación determinada.
¿Qué puedo controlar?
En el mundo externo, nada. En ti mismo, todo tu ser, así de simple. Esta realidad nos hace libres y sosegados si es que la tenemos presente y nos la creemos. Existen infinidad de problemas y circunstancias estresantes o desafortunadas y es lógico emocionarnos cuando ocurren. Las emociones que surgen en ocasión de una amenaza o una pérdida son totalmente normales y nos ayudan a manejar el problema que está presente en nuestra vida.
Las emociones sanas, como la tristeza, la frustración o el pesar, nos ayudan a resolver problemas ya que no son demasiado intensas, duraderas o frecuentes.
Cuando tus emociones, por el contrario, se tornan demasiado intensas, frecuentes o duraderas es porque algo está fallando en tu “software interno”, probablemente es porque estás tratando de controlar lo incontrolable. Probablemente estés diciéndote a ti mismo que las cosas tendrían que ser de otra manera, justamente de la forma que a ti te gustaría y esta forma de pensar al final te frustra porque las cosas no van a ser así solo porque nosotros queramos.
Como hemos comentado, podemos controlar nuestra forma de ver el mundo e intentar modificarla, pues en mi pensamiento nadie puede entrar, pero es totalmente absurdo pretender que lo externo, lo que nos rodea, sea de otro modo.
Interioriza la idea de que no hay nada que puedas controlar más que a ti mismo y te harás una persona flexible y fuerte a nivel emocional, capaz de disfrutar de lo que tiene entre manos.
Tolerar la incertidumbre y la frustración
Para ser más sanos a nivel psicológico, es conveniente aprender a tolerar la incertidumbre y la frustración. La incertidumbre aparece cuando nos enfrentamos a algo y no sabemos con certeza que es lo que va a ocurrir. Algunas personas reaccionan con ansiedad ante la incertidumbre porque se “preparan” por si lo que va a venir es algo espantoso o peligroso.
Así, ponen en marcha la estrategia de la preocupación continua. El caso es que por mucho que nos preocupemos por algo, eso no va a evitar que al final suceda, si es que tiene que suceder.
Aunque yo me preocupe mucho porque he notado un dolor fuerte en la cabeza, eso no va a hacer que yo tenga o no tenga una enfermedad. Otra cosa diferente es que si finalmente me la diagnostican, sea responsable y me ocupe, algo totalmente lógico y sensato.
Por otro lado, nos encontramos con la frustración, ese sentimiento que surge cuando nuestras expectativas no se ven cumplidas. Yo espero que la vida, los demás, incluso yo mismo actuemos de acuerdo a unas normas que yo mismo me invento y si no es así, entonces me cabreo, me deprimo o me pongo ansioso.
El resultado final es que el mundo sigue su camino y yo me autoprescribo un desagradable enfado. Dos problemas por el precio de uno, ¿merece la pena?
Claves para dejar de controlar
Algunos claves que puedes utilizar para dejar de controlar y tolerar esa sensación de incertidumbre que te rodea son:
- Acepta y tolera que las certezas y seguridades no existen: en este mundo lo único que podemos asegurar es que algún día moriremos, pero nada más. No podemos tener la certeza absoluta de que nuestra pareja nos ama y no nos abandonará nunca, tampoco de si enfermaremos o de si tendemos éxito en nuestro trabajo.
- Aunque yo me esfuerce mucho en algo, eso no quiere decir que lo consiga: es cierto que si hacemos las cosas más o menos bien, obtendremos resultados mejores, pero no siempre es así ya que el mundo es injusto por definición. Por eso, es mejor olvidarse de los resultados y poner nuestra atención en disfrutar de lo que hacemos, sin importar lo que ocurrirá en un futuro.
- Olvida las normas rígidas, sobre ti mismo, los demás y el mundo: nada, o casi nada va a salir exactamente como queremos. Enfadarse, deprimirse o ponerse ansioso por aquello que escapa a nuestro control es una pérdida de energía y de tiempo.
- Responsabilízate de ti mismo: como la buena noticia es que sí te puedes controlar a ti mismo, empieza desde ya a hacerlo. La realidad la puedes observar desde muchos ángulos y también puedes esforzarte en ser más flexible y que todo te importe un poco menos. Eso sí, sin llegar al pasotismo, lo cual, en realidad, es otra manera de ser manejado por el miedo.
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