Todos podemos convertirnos en torturadores, afirma el prestigioso investigador y psicólogo Phillip Zimbardo. Todo depende de que si se dan o no las condiciones necesarias para que la gente buena se vuelva mala. Este fenómeno es conocido como el efecto Lucifer.
Por decirlo de alguna manera, la afirmación de Zimbardo se basa en que todos tenemos una parte buena y una parte mala. La que destaquemos dependerá de que se dé una situación concreta que favorezca a una u otra versión de nosotros mismos.
Debemos de eliminar la idea de que “la maldad” es algo fuera de lo normal y que, incluso, es patológica. Somos un todo y nadie es totalmente bueno o totalmente malo, sino que somos una escala de grises en las que a veces predomina más el blanco y otras más el negro.
Compartir
El experimento que dio forma al efecto Lucifer
Es interesante traer a colación la afirmación del papa Juan Pablo II sobre el Cielo y el Infierno. Según dijo, Cielo e Infierno están dentro de nosotros y es por eso que no podemos escapar de ello. No es necesario que seamos católicos para comprender esta afirmación, pues simplemente está traída aquí para que examinemos la realidad de que no siempre hemos tenido buenos comportamientos hacia los demás.
Darth Vader era malo malísimo hasta que pudimos comprobar cómo en realidad era un humano normal que se dejó llevar por sus emociones y sus ambiciones, convirtiéndose en un villano en el que reinaba su lado oscuro. (Un apunte adicional: la metáfora de Starwars es maravillosa para explicarles a los niños los conceptos del bien y del mal).
Volviendo a la descripción del experimento que dio origen al concepto de “efecto Lucifer”… Corría el año 1971 cuando Phillip Zimbardo y su equipo decidieron llevar a la práctica la puesta en marcha de una cárcel en una zona habilitada de la Universidad de Stanford.
Los voluntarios que trabajaron en la recreación de la prisión fueron previamente examinados para comprobar su estabilidad psicológica, física y emocional. Al parecer, todos eran jóvenes universitarios saludables con ganas de formar parte de tan singular estudio y con conciencia de lo que significaba.
Cada uno de ellos fue asignado como prisionero o guardia de la prisión al azar para una práctica que planeaba durar hasta dos semanas. Sin embargo, a los 6 días tuvo que ser cancelado por todo lo que estaba sucediendo en el sótano hecho prisión.
El experimento se volvió demasiado real, los prisioneros se convirtieron rápidamente en personas sumisas y depresivas; con la misma rapidez, los guardias se transformaron en personas sádicas, abusadoras y crueles.Compartir
Estas personas se metieron tanto en su papel que adoptaron comportamientos dominantes y autoritarios con sus compañeros. Ellos no habían sido adoctrinados para nada, simplemente se les dijo que les correspondía el papel de guardias de la prisión. Pero el efecto Lucifer se apoderó de ellos…
Tal y como se explica en el libro que lleva el título homónimo, el efecto Lucifer se produce como consecuencia de situaciones que favorecen poder social, pues estas facilitan que se conduzca por el camino del mal.
La mayoría de nosotros sucumbiríamos al lado oscuro si se dan las condiciones que lo favorezcan, si se nos despoja de nuestra identidad y se nos presiona de alguna forma para ejercer violencia y opresión.Compartir
El experimento de Stanford llevado a la gran pantalla
La industria cinematográfica quiso llevar este impactante estudio al cine produciendo la película “El experimento”.
No hay duda de que el ser humano guarda en sí mismo la más inmensa bondad y la más terrorífica y siniestra maldad. Esto es algo que estamos cansados de ver día tras día en nuestra vida y, sin ir más lejos, cada día en los telediarios.
No obstante, solo una persona buena puede evitar que la maldad anide en su interior y así reconducir su camino. Porque haciéndonos conscientes de esto, cambiar e incluso controlar el efecto Lucifer es posible…
lamenteesmaravillosa.com