Corta unas rebanadas de pan del día anterior y remójalas en leche. Después pasa por huevo batido. Fríe en una sartén, con aceite, hasta dorarlas.
Pásalas a una fuente de servicio onda y rocíalas con vino dulce o vino blanco azucarado (haz un almíbar con vino blanco y azúcar, a partes iguales). Déjalas una hora en lugar templado. Sírvelas como merienda o postre.