¿Alguna vez has sentido que alguien te caía bien o mal sin ni siquiera haber intercambiado unas palabras? ¿Eres de los que no comprende por qué los demás tienen prejuicios sobre ti? ¿Te gustaría ser una de esas personas que es bien recibida desde el primer momento, de esas que caen bien y que los demás tratan como si las conocieran de toda la vida? La respuesta está en tu lenguaje corporal.
Tu cuerpo envía señales durante todo el tiempo. No solo tu voz habla por ti. Incluso aunque estés callado está diciendo algo. Si lo que quieres es caer mejor a la gente y parecer más simpático, hacerte el gracioso o intentar estar presente en todas las conversaciones no es lo único que va determinar lo bien que caes a los demás. Es más, puede que no sirva para nada.
De hecho, si deseas caer mejor a los demás puedes conseguirlo sin abrir la boca. La forma de mover los ojos, la manera de sentarte o de mover tus manos y otros muchos gestos, aparentemente insignificantes, puedes ayudarte a crear buena impresión y caer bien.
La mente humana es crítica hacia lo que ve. Gracias a eso hemos podido evolucionar como especie. En una fracción de segundo nuestra mente es capaz de identificar si una persona es una amenaza o si es útil para nuestra supervivencia. Es todo cuestión de instinto.
En este sentido, nuestro lenguaje corporal nos delata. Actuando sobre este lenguaje corporal podemos “engañar” al instinto de los demás para que sea más fácil establecer relaciones.
Por eso es necesario cuidar la actitud. Si pones una barrera con tu postura o con tu forma de estar no le estás dando a los demás la oportunidad de conocerte. Si vas de tonto, te tomarán por tonto. Si vas de listo, te tomarán por un pedante. Si vas de chulo, probablemente te verán como un gilipollas. Así que, si quieres parecer simpático, actúa como tal y cuida tu actitud.
Pero, ¿qué actitud tiene una persona simpática? Además de evitar las actitudes de sobra conocidas, como cualquiera de los ejemplos anteriores, el secreto para tener una actitud simpática es preocuparse por el otro, ver qué puedes hacer para ayudar a la gente, pero sin insistir ni abusar. Se trata de mostrarse dispuesto y servicial, que no servil y pesado.
Cuida tu postura y mejora tu lenguaje corporal
La postura, como parte de nuestro lenguaje corporal, influye en el segundo juicio instantáneo que las personas hacemos de los demás. Entre otras cosas, en la postura del otro vemos lo que piensa sobre sí mismo y nos permite hacernos una idea de qué tipo de persona es.
Para encontrar una postura positiva debes estar erguido y relajado. Tu cuerpo está sometido a dos fuerzas, una que te ancla al suelo y te enraíza con la tierra y otra que te eleva, que hace mirar al frente y avanzar. Tus hombros deben estar ligeramente hacia atrás para permitir que tu torso se expanda en cada respiración, que debe ser pausada. Para mejorar la apariencia y la postura, procura mantener las piernas ligeramente separadas y la espalda recta, sin rigidez.
Esto que parece salido de una sesión de yoga es lo que diferencia a una persona con una actitud altiva o prepotente de otra que comulga con su entorno, lo que diferencia a una persona derrotada y pesimista de una con ganas de vivir y disfrutar de la vida.
Por otra parte, cuando hables con una persona debes mostrar una postura abierta, sin cubrir el pecho con los brazos, parecer recogido sobre ti mismo o quedándote atrás, abriéndote hace la persona con la que estás hablando. Esto denota confianza y comodidad. Además, debes evitar apoyarte sobre objetos o jugar con algo en las manos, ya que eso denota pasividad e inseguridad.
Sonríe y saluda
Da igual cómo te sientas, si conoces o no a la gente que hay en un sitio o que llega a donde tú estás. Si quieres parecer simpático, sonríe siempre y saluda. Da igual que el otro no sea capaz de separar las comisuras de los labios o que se quede mudo, da igual las veces que lo hayas visto esa semana o ese día. Sonreír y saludar debe ser un hábito. Hazlo siempre.
No hace falta que saludes a gritos ni que intentes llamar la atención del otro o de un grupo. Simplemente sonríe y saluda, estableciendo contacto visual de forma individual y saludando con un leve gesto de la cabeza, aunque no conozcas a la gente. A los que conoces, acércate despacio y tómate tu tiempo, aunque no los conozcas demasiado. Esto demuestra confianza y muestra una actitud abierta que no pasará inadvertida por los demás.
Un viejo truco que funciona muy bien cuando no conoces a nadie o quieres parecer una persona sociable y simpática es saludar a tus amigos imaginarios de manera natural y sin aspavientos. Los demás no tienen una visión de 360 grados capaz de controlar todo lo que ocurre a su alrededor. Pero a todo el mundo le gusta relacionarse con personas populares.
Por otra parte, la sonrisa debería formar parte de tu expresión facial por defecto. No es cuestión de forzar la boca, sino que interiorizar el sentimiento de felicidad, de actuar como si realmente estuvieras viendo o viviendo algo que te gusta. Esto hará que tu cara esté relajada, especialmente la zona de la frente y que tu mirada sea mucho más amable.
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