Un estafador es alguien astuto, con la habilidad para detectar debilidades y oportunidades donde los demás no las ven. Las estrategias de manipulación hacia las víctimas potenciales no son nuevas; por el contrario, son más bien antiguas y comprobadas: de ahí su efectividad. No deja de ser curioso que, a pesar de que muchos de sus métodos son conocidos, aún así, cientos de personas siguen mordiendo el anzuelo.
El estafador no solamente quiere obtener un beneficio económico de sus engaños. En ocasiones, también siente placer al timar y envolver con sus argucias a personas confiadas o ingenuas. Esto le proporciona un sentimiento de superioridad y alimenta su ego. Enseguida te hablaremos de los métodos más usuales del estafador típico, para que no te conviertas en la siguiente víctima.
“La primera vez que me engañes, será culpa tuya; la segunda vez, la culpa será mía.”Compartir
Técnicas utilizadas por un estafador
Comencemos con tres ejemplos típicos. Una chica camina por la acera, en medio de la multitud. Lleva en sus manos una caja envuelta en papel de regalo. De pronto, tropieza con un hombre y el paquete cae al suelo, produciendo el mismo sonido que produce algo delicado al romperse.
Ahora un clásico, en el que participan tres estafadores. Una mujer espera en la parada del autobús, un joven pasa y le arroja un líquido parecido a una tinta. Otra mujer se acerca a la víctima, fingiendo preocupación y solidaridad frente a lo sucedido. En la confusión del momento, un segundo hombre toma la cartera con las pertenencias de la víctima y huye. Todo sucede en tan solo un instante.
Vulnerabilidad versus sentido crítico
Infinidad de estudios sobre el comportamiento humano revelan que buena parte de la gente es vulnerable a la opinión de la mayoría. Aunque piense de manera contraria respecto de algo, termina por hacer lo que dicta esa mayoría. Un ejemplo típico lo encontramos en Internet, cuando se oferta un producto al que se le atribuyen características que no tiene y es sustentado por multitud de testimonios falsos que nos inducen a comprar.
En otros casos, vemos comprometida nuestra coherencia ética y sentimos temor a denunciar lo ilícito. Por ejemplo, cuando deseamos entrar a un concierto o un partido de fútbol y nos encontramos con que las entradas ya están agotadas. Recurrimos a los revendedores, quienes nos estafan vendiéndonos una entrada falsa. No lo denunciamos por temor de haber incurrido en una prohibición y haber sido cómplices del estafador.
En otros casos, los delincuentes se aprovechan de las necesidades de las personas. Es claro que la crisis económica es mundial y en estas situaciones es lógico que busquemos mejores oportunidades laborales. Es cuando damos con opciones de empleo diestramente creadas y aparentemente serias, en las que nos piden cierta cantidad de dinero para los distintos trámites y todo resulta ser mentira.
La “estafa nigeriana” es otra modalidad de fraude. Por lo general funciona como un correo electrónico que nos llega. El mensaje ilusiona al destinatario con una supuesta fortuna, a la que accederá pagando por adelantado una cierta cantidad de dinero. Los incautos caen fácilmente y en algunos casos las víctimas resultan implicadas en delitos relacionados con lavado de dinero, lo cual implica un perjuicio extra.
A modo de sugerencia
Los métodos utilizados por los estafadores para engañar a sus víctimas requieren casi siempre de que nosotros les facilitemos la situación en la que se produce el timo. Ellos están siempre atentos. Así que lo que debemos evitar es andar distraídos, no analizar con objetividad las supuestas oportunidades, no tener en cuenta que bajo estados de presión o necesidad somos más vulnerables, creer que eso que les pasa a otros no nos sucederá a nosotros, etc.
Hay una regla de oro para no ser estafados: es muy raro ganar algo que no te has esforzado por ganar. No creas en las rifas en las cuales resultaste ganador, sin haber comprado la veracidad de dicho sorteo. No creas en las herencias que te dejaron personas desconocidas y lejanas. Siempre que entres en contacto con una persona extraña, por teléfono o en la calle, no le regales toda tu confianza.
Así mismo, los fraudes por Internet son cada vez más frecuentes, por esta razón debemos ser más cautelosos y comprar en sitios de confianza reconocidos. Verificar que el sitio web al que ingresamos es el oficial y no una copia. No descuidar nuestras tarjetas de crédito, como tampoco dar a conocer nuestras claves de seguridad ni responder correos desconocidos. Frente a las dudas, verificar la procedencia de lo que nos ofrecen y de ser necesario dar aviso a las autoridades.
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