No hay vía para encontrar un camino que nos haga felices sin que comencemos a aprender cómo gestionar y superar las piedras que distorsionan la trayectoria. Estos obstáculos siguen en medio y tropezamos con ellos más de una vez, aún cuando tratamos de salir de dónde estamos e ir hacia otro lado.
Esto ocurre porque nos hemos obsesionado con volver a atrás: seguimos anclados con los pies en ese camino que tanto daño nos ha hecho, en lugar de tomar otro que nos permita avanzar. Sin embargo parece lógica la dificultad que nos supone hacerlo pues hasta la lluvia más suave, si moja, se nota.
Mirar atrás solo para futuras repeticiones
Nos cuesta un esfuerzo muy grande conseguir que el pasado sea solamente aquel sitio donde mirarse para saber que ya no somos los mismos. Nos cuesta mucho trabajo sentarnos a reflexionar y darnos cuenta de que ya no podemos mirar lo que fue desde la perspectiva del hoy, porque el mundo sigue y tenemos que seguir con él.
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Es teóricamente fácil decirle a alguien: solo tienes que olvidar y pasar página. En la práctica complicado decirse a uno mismo las mismas palabras: porque somos nosotros los que hemos sentido y los que sabemos cuánto supone dejar eso que escuece en un cajón de recuerdos sin usar.
Porque la verdad es que lo más beneficioso que podemos hacer, cuando el camino nos ponga los mismos obstáculos una y otra vez, es dejar esos recuerdos únicamente para la memoria: para que no se hagan dobles, ni triples; para que lo que ha dolido no se repita y, si lo hace, saber cómo salir de tal círculo doloroso.
El nuevo camino no se hace en un día
Hacer el camino al andar o buscar uno nuevo. El símil es diferente pero el objetivo del mensaje es común: es necesario ser valiente y seguir adelante, pero eso nos llevará el tiempo oportuno según la intensidad de las vivencias amargas que hayamos tenido.
Dejar el pasado a un lado implica sanar heridas y las heridas necesitan también su periodo de cicatrización y sutura: los bloqueos emocionales que se ocasionan a raíz de ellas nos obligan a parar en seco y volver a reconocernos, pues solo de esta manera seremos capaces de entablar nuevas relaciones o ser felices con lo que hacemos.
“Al andar se hace el camino
y al vover la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.”
-Antonio Machado-
La decisión está en tus manos
La única realidad es que aunque suponga todo un reto la decisión de cambiar de camino está en nuestras manos, ya que nadie más lo hará. Tras mucho sacrificio, solo así podremos sentirnos libres y plenos: llegarán principios nuevos y estaremos abiertos a entregarnos a ellos.
Ciertamente, estar preparado es media victoria y eso significa que llegará un día en el que querer cambiar de lado nos llevará justo hacia él: construiremos nuevas emociones y si nos equivocamos al hacerlo podremos recordar cómo lo hemos superado otras veces.
Al final quedarán estelas en la mar, es decir, lo que vivido como parte de lo que somos y dejarán de ser obstáculos. El nuevo camino será la prueba de que necesitamos pagar un precio por el bienestar emocional y a veces este llega en forma de curvas pronunciadas y baches que hay que aprender a manejar.
“Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú.
Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú.
Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú.
Sé tú el que aparta la piedra del camino.”
-Gabriela Mistral-
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