El abatimiento mental y físico que nos produce un problema o una acumulación de ellos nos puede también introducir en una nebulosa que nos hace pensar que ese momento nunca pasará y que nunca saldremos de ahí. Sin embargo, no hay mal que dure cien años: el nudo acaba finalmente por deshacerse.
Lo cierto es que todo acaba pasándose y, salvo problemas que van más allá de nuestro alcance, la gran mayoría de cuestiones que nos preocupan y nos provocan ansiedad y malestar terminan por encontrar su solución: recuerda que si los problemas se multiplican, las soluciones también pueden hacerlo.
Un nudo que se agarra a la garganta
Sentimos opresión en el pecho de tal forma que parece que alguien nos estuviera empujando continuamente y el estómago se nos encoge. Junto a ello, los músculos del esófago se contraen, la garganta se bloquea y nuestra boca se seca. Lo que ocurre es que los problemas nos llevan a episodios de ansiedad caracterizados por síntomas paralizantes.
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En situaciones de alto estrés emocional el cuerpo reacciona poniéndose en estado de alerta: una sensación de incomodidad angustiosa que necesita resolverse. Nos encontramos dentro de la nebulosa de la que hablábamos arriba y no vemos la forma de salir al exterior.
La verdad es que no todos nos tomamos igual las dificultades que se nos ponen delante, pero todos tenemos piedras en el camino y preocupaciones que quisiéramos evitar. Hay personas que consiguen sobrellevar los obstáculos eficazmente y otras a las que el nudo de problemas les parece más grande que ellas: si eres de este último tipo, te invito a seguir leyendo.
Deshacer el nudo tiene un proceso
Cada nudo tiene un inmensidad diferente y lo que desde fuera puede parecernos fácil, desde dentro puede ser un abismo: no todos llevamos los mismos zapatos puestos ni a todos nos sientan igual cuando echamos a andar. En cualquier caso, tener un problema nos va a suponer siempre un proceso que nos ayude a superarlo.
“Enfrentarse, siempre enfrentarse, es el modo de resolver el problema.
¡Enfrentarse a él!”
-Joseph Conrad-
Toda alteración exige calma y serenidad y si no las encontramos es imprescindible que tratemos de buscarlas: solo así veremos con claridad qué opciones tenemos y cuál es la que más puede beneficiarnos para salir de donde estamos. El grueso del proceso es, por tanto, la fase de análisis de las ventajas y desventajas de cada posible solución.
Cuando hemos deshecho el nudo
Cualquier nudo puede deshacerse y lo hará en el momento en el que consigamos que el cuerpo se relaje: derrotar el problema supone entender a quién y cómo afecta, como hemos visto, para luego conseguir aplicar la solución y aprender de lo que hemos vivido.
Todo mal momento tiene su aprendizaje y todo dolor es necesario para encontrar un equilibrio emocional: aunque los problemas nos hagan pensar que estar anímicamente mal no lleva a nada, por el contrario nos ayudará a ser conscientes de que somos más fuertes de lo que creemos.
Además, lo más importante de esta cuestión no es solo el aprendizaje, sino el mirar al nudo desde lejos y darnos cuenta de que hemos sido capaces de deshacerlo: cuando los problemas pasan y hemos encontrado soluciones para ellos, los vemos más fáciles, distintos, lejanos.
“La mayor parte de mis problemas me parecían complicados entonces
-siguió confesando el Tío-.
Pero las soluciones una vez encontradas, resultaban bastante sencillas.”
la menteesmaravillosa