Cuando reina la tranquilidad y nos entregamos a la desconexión somos capaces de equilibrar las constelaciones neuroquímicas y neurológicas que nos permiten acercarnos al orgasmo, a la diversión sexual y al placer. Asimismo, a veces puede resultar complicado mirar de manera franca nuestra sexualidad y darle rienda suelta a través del cuidado sexual, la insinuación y la imaginación, en definitiva, del erotismo.
Como vemos en la imagen que encabeza este artículo, tenemos la capacidad de darle un sentido erótico a casi cualquier cosa. Es nuestra naturaleza social y biológica la que nos ofrece esta posibilidad; eso es maravilloso y no tiene sentido que renunciemos a ello.
Nuestra sensualidad, un territorio descuidado
La sensualidad tiene mucho que ver con la sexualidad pero está más relacionada con el erotismo del que impregnamos nuestros contactos corporales, sexuales y emocionales. Muchas veces las prisas unidas al descontento con nuestra imagen corporal nos impiden relacionarnos con nuestro cuerpo de la manera correcta.
Sensualizarnos nos erotiza, nos reafirma como mujeres y hombres. No podemos dejar que esa poderosa energía caiga lejos del terreno abonado que la naturaleza nos ofrece y que nuestro lenguaje, nuestra historia, nuestro trabajo y nuestra vida nos ofrece.
¿Quién no se ha frustrado alguna vez por la falta de iniciativa sexual propia y compartida? ¿Quién no se ha ruborizado al pensar en la magia sexual que desprenden algunos de nuestros pensamientos? ¿Quién no se ha negado mental y comportamentalmente a comprar un juguete sexual o a mirar sin pudor sus curvas y zonas íntimas?
Podemos acabar con esto, solo hace falta disposición para recuperar el erotismo de nuestra sensualidad femenina… Veamos qué podemos hacer para reunir de nuevo ese poder que tenemos pero que o bien hemos perdido, o bien no hemos cultiva nunca.
Recuperar nuestro erotismo, recuperar nuestra salud sexual
Todos podemos ser sensuales, todos podemos erotizar. Partiendo de esa base debemos destacar un handicap femenino. A las mujeres se nos ha educado para sentir que solo somos merecedoras de placer sexual si tenemos cierto aspecto, figura o peso.
Por esta “simple” razón suelen rondarnos un sinfín de miedos e inseguridades que acaban determinando cómo abonamos el terreno de nuestra sexualidad sensual. Por eso, para mejorar la relación que tenemos con nosotras mismas debemos prestar atención a los siguientes puntos:
1. Decidir conscientemente ser sexual y sentirse sexy
Sentirse atractiva/o poco tiene que ver con nuestra apariencia, más bien lo tiene con nuestro trabajo interior. Por eso si a través de nuestro diálogo interno nos decimos cosas del tipo “soy irresistible” y nos lo repetimos al menos dos veces al día, nos estamos dando pistas a nuestra mente para que se considere tal.
Ver Bodansky lo plantea así, “cuando una mujer sabe excitarse sintiéndose atractiva envía al mundo una señal que cambia lo que los demás perciben y que atrae”. Ponte ropa interior bonita, lee novelas eróticas, date baños sensuales, fantasea más. Esto es válido para todo sexo y orientación.
Puede que resulte complicado llevar a cabo estas acciones cuando tenemos que atender a los niños, trabajar o coordinar y pensar en cientos de cosas. Sin embargo, vale la pena decir que quien algo quiero, algo le cuesta; así que es el turno de decidir de manera consciente si tener una buena vida sexual y sensual saludable.
2. Centrar nuestra atención en lo sensual nos ayuda
En nuestra cultura se ha hecho de la sexualidad una premisa a través de la cual vender de todo; sin embargo, pocas personas piensan en ella como algo prioritario. Si queremos que nuestro erotismo, nuestra sensualidad y nuestra sexualidad mejoren, podemos pasar tiempo pensando en ello.
Nos hemos vuelto mirones más que participantes. Por eso, cuanto más pensemos en el sexo, más lograremos excitarnos. Acaricia tu piel, experimenta con más o menos presión, examina tu cuerpo con un espejo, acaricia tus genitales y aprende qué es lo que más placentero te resulta.Compartir
3. Sentirse sano, paso 3 e indispensable.
Hacer ejercicio aeróbico 3 veces a la semana durante al menos 20 minutos hace que nos sintamos mejor y que nuestro estado de forma sexual se potencie. Gracias al deporte lograremos una buena irrigación sanguínea en la pelvis y en todas nuestras zonas erógenas, lo que contribuirá a un. No te olvides de realizar ejercicios de Kegel con regularidad.
4. Conocerse, otro paso más para erotizarse
Como hemos expuesto en otras ocasiones, el cuadrante superior izquierdo del clítoris, los labios y los pezones son las zonas más erógenas por excelencia. Sin embargo, tenemos cientos de ellas más. Por eso es importante que exploremos y experimentos con nuestro cuerpo; como es lógico, no podremos llevar a nadie a un lugar en el que ni siquiera nosotros hemos estado en ese lugar.
Conociéndonos nos responsabilizamos de nuestro placer. Es bueno que busquemos las fantasías que más nos excitan ya que cuando usamos la imaginación para excitarnos, nuestro cuerpo y nuestra mente se unen en la misma melodía.
5. Aumentar de manera consciente nuestra capacidad para el placer
Tenemos más capacidad para sentir y dar placer de la que se nos ha hecho creer. De hecho, disciplinas y filosofías como el tantra nos muestra que podemos reprogramar nuestro sistema nervioso para intensificar y prolongar el placer orgásmico.
El dominio de esta técnica requiere dedicación, compromiso y tiempo, pero todo compensa por los beneficios que reporta un mayor goce sexual a nivel emocional y físico. Pon en un buscador de internet “Guía ilustrada del orgasmo extendido y masivo” y explora.Compartir
6. Ayudar a tu pareja a ser buen amante
Nadie nace sabiendo ser un buen amante. Por eso es importante que aprendamos junto a nuestras parejas a ser más duchos en los artes amatorios. El orgasmo no tiene por qué ser el último objetivo sino que se puede hablar, besar, y hacer arrumacos con la intención de potenciar la sensualidad sexual dentro de la pareja.
7. Ser creativos, esencial para abonar el terreno
Probar cosas nuevas nos ayuda a salir de la rutina y a trabajar con nuestra capacidad de imaginar. Lograr expandir las ideas que tenemos de nosotros mismos y hacernos con literatura sexual o con música excitante es una gran afrodisíaco y estimulante. Somos una caja llena de sorpresas y merece la pena que cultivemos esa capacidad de erotizar nuestra vida y nuestro cuerpo.
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