Cante hondo
Yo meditaba absorto, devanando los hilos del hastío y la tristeza, cuando llegó a mi oído, por la ventana de mi estancia, abierta
a una caliente noche de verano, el plañir de una copia soñolienta, quebrada por los trémolos sombríos de las músicas magas de mi tierra.
... Y era el Amor, como una roja llama... ?Nerviosa mano en la vibrante cuerda ponía un largo suspirar de oro que se trocaba en surtidor de estrellas?.
... Y era la Muerte, al hombro la cuchilla, el paso largo, torva y esquelética. ?Tal cuando yo era niño la soñaba?.
Y en la guitarra, resonante y trémula, la brusca mano, al golpear, fingía el reposar de un ataúd en tierra.
Y era un plañido solitario el soplo que el polvo barre y la ceniza avienta.
Antonio MAachado
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