Suena, sueña, violín, trasládame a tu recuerdo; arrópame con las notas de tus matices serenos que cuando roce mi arco, cuando pulsen mis dedos tu fino mástil de sueños, me despertaras el alma, trasladándome a los cielos de senderos serpenteados por estrellas y luceros que dancen la melodía de los más grandes misterios.
Arrancaste en algún día la nostalgia del recuerdo, en ocasiones mi llanto, otras veces los anhelos de convertirme en tus notas, zambullido entre desvelos de tormentas clamorosas o de mil silbos serenos; así suenas, violín, acompáñame en mis sueños, que yo velare los tuyos; a la postre son los sueños de mi locura de amor, solo eso, son mis sueños.
D.A.
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