POR EL INFLUJO DE LA PRIMAVERA
Sobre el jarrón de cristal hay flores nuevas. Anoche hubo una lluvia de besos. Despertó un fauno bicorne tras un alma sensitiva. Dieron su olor muchas flores. En la pasional siringa brotaron las siete voces que en siete carrizos puso Pan.
Antiguos ritos paganos se renovaron. La estrella de Venus brilló más límpida y diamantina. Las fresas del bosque dieron su sangre. El nido estuvo de fiesta. Un ensueño florentino se enfloró de primavera, de modo que en carne viva renacieron ansias muertas. Imaginaos un roble que diera una rosa fresca; un buen egipán latino con una bacante griega y parisiense. Una música magnífica. Una suprema inspiración primitiva, llena de cosas modernas. Un vasto orgullo viril que aroma el odor di fémina; un trono de roca en donde descansa un lirio.
¡Divina Estación! ¡Divina Estación! Sonríe el alba más dulcemente. La cola del pavo real exalta su prestigio. El sol aumenta su íntima influencia; y el arpa de los nervios vibra sola. ¡Oh, Primavera sagrada! ¡Oh, gozo del don sagrado de la vida! ¡Oh bella palma sobre nuestras frentes! ¡Cuello del cisne! ¡Paloma blanca! ¡Rosa roja! ¡Palio azul! ¡Y todo por ti, oh alma! Y por ti, cuerpo, y por ti, idea, que los enlazas. ¡Y por Ti, lo que buscamos y no encontraremos nunca jamás!
D/A
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