La muerte de la rosa
Murió de mal aroma. Rosa idéntica, exacta. Subsistió a su belleza, Sucumbió a su fragancia. No tuvo nombre: acaso la llamarían Rosaura, O Rosa-fina, o Rosa del amor, o Rosalba; o simplemente Rosa, como la nombra el agua. Más le hubiera valido ser siempreviva, Dalia, pensamiento con luna como un ramo de acacia.
Pero ella será eterna: fue rosa; y eso basta;
Dios la guarde en su reino a la diestra del alba.
Gabriel Gracía Marquez
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