No deseo el cambio.
Quiero las mismas cosas
viejas y amadas, los mismos árboles,
y los fresnos flexibles;
las mismas tórtolas, los mirlos,
los trinos del verderón
que no cesan mientras haya luz
para arrojar una sombra
sobre el reloj del sol,
pues tal es la medida de su canto.
Y los quiero en el sitio de siempre.
Richard Jefferies (1848-1887)
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