Contrajo matrimonio con el guitarrista Paco de Lucena,
uno de los principales maestro de la guitarra andaluza, y ambos actuaron en
París, en 1889.
En
1884 lo hizo junto a otros cantantes de la época, entre ellos “La Macarrona”,
durante una larga temporada en el café cantante de la Plaza de La Marina de
granada, cosechando grandes éxitos y reconocida fama, haciendo de ella una de
las más enciclopédicas cantaoras que ha tenido el
flamenco.
Fue
una mujer bella y de gran hermosura, con un atractivo que atraía
irremediablemente a los hombres, y no sólo por su belleza, sino por su actitud
ante la vida: se burló de todo y de todo se rió, no tomándose jamás nada en
serio, ni el matrimonio. Jugó con los hombres lo mismo que jugó con la
vida.
Todo esto hizo que pronto se convirtiera en
leyenda.
Extraordinaria cantaora de seguiriyas, serranas,
soleares y fandangos de su tierra natal, se dice de ella que fue la mejor y más
fiel transmisora de los cantes de Silverio. Esto bastaría para merecer la gloria
que se le ha ocultado. Fue además maestra de Antonio Silva “El
Portugués”.
La
Parrala es considerada la cantaora más general que se ha conocido hasta ahora.
Además tenía predilección por los cantos machunos y sobre todos prefería nada
menos que los de Silverio Franconetti: que por estar dotada de una facilidad
pasmosa, cantaba por serranas, seguiriyas, livianas, cañas, polos y todos los
cantes grandes por soleares.
Llegó a ser ídolo de todos los públicos de España. Con
un salero sin igual cantaba la “canción del sereno” y “el pregón del pescaero”,
preciosas canciones perdidas por falta de artistas que la
ejecuten.
Xandro Valerio, moregueño, y Rafael de León, cuentan
que, impresionados por las historias que de ella se contaban, le dedicaron un
poema, mezcla de las vidas de Dolores y de su hermana Trinidad, que también
triunfó en los cafés cantantes, y a la que se le atribuía adicción al vino. Al
poema puso música Manuel Quiroga, naciendo así la copla de "La
Parrala".
Posteriormente la inmortalizaría Concha Piquer en la
película "Me casé con una estrella".
Dolores Parrales Moreno, "La Parrala", murió en 1915, en
Sevilla, junto a su amigo y compañero Fernando el de Triana, autor del libro
"Arte y Artistas Flamencos".
Federico García Lorca, en el “Poema del Cante” escrito
en 1921 le dedica la tercera de las “Viñetas flamencas”, titulada “Café
cantante”.
Lámparas de cristal
y espejos verdes.
Sobre el tablado oscuro,
la Parrala sostiene
una conversación
con la muerte.
La llama
no viene,
y la
vuelve a llamar.