Cuando sea vieja vestiré de purpura, con un sombrero rojo que ni haga juego ni me quede bien. Y gastaré el dinero de mi jubilación en coñac y guantes de verano y sandalias de raso, y diré que no tenemos dinero para mantequilla.
Me sentaré en mitad de la acera cuando esté cansada y engulliré muestras en las tiendas y apretaré los botones de alarma y pasaré mi bastón por las barandillas. Y compensaré la sobriedad de mi juventud.
Saldré a caminar bajo la lluvia en zapatillas y cogeré flores de jardines ajenos. Y aprenderé a escupir.
Y tú podrás llevar camisetas horribles y ponerte gorda, y comer tres kilos de salchichas de golpe. O sólo pan y pepinillos durante toda la semana. Y coleccionar bolígrafos, lápices, posavasos y cositas en cajas .
Pero ahora tengo que tener ropa que me mantenga seca, y pagar la renta y no maldecir en la calle. Y ser un buen ejemplo para los niños. Debemos invitar amigos a cenar y leer los periódicos.
Pero ¿tal vez debería practicar ahora un poco? Así la gente que me conoce no se extrañará ni se escandalizará, cuando de repente sea mayor y comience a vestir de púrpura.
JENNY JOSEPH
|