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Es la sombra del agua y el eco de un suspiro, rastro de una mirada, memoria de una ausencia, desnudo de mujer detrás de un vidrio.
Está encerrada, muerta -dedo del corazón, ella es tu anillo-, distante del misterio, fácil como un niño.
Gotas de luz llenaron ojos vacíos, y un cuerpo de hojas y alas se fue al rocío.
Tómala con los ojos, llénala ahora, amor mío. Es tuya como de nadie, tuya como el suicidio.
Piedras que hundí en el aire, maderas que ahogué en el río, ved mi corazón flotando sobre su cuerpo sencillo.
Jaime Sabines
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