fruto de una elección de Dios y no mía,
-acompañar a Jesús en su desierto y en las horas amargas de
Getsemaní y el Calvario,
-tener siempre presente la gratuidad y eternidad de mi
vocación,
-padecer sed y necesidad,
-sufrir el calor y el frío extremos,
-vivir en la habitual incomodidad de prescindir de todo lo
posible,
-desprenderme de todo, pronto, sin miramientos ni dilaciones,
-aceptar perder hasta lo que más quiero,
-acoger la pobreza extrema,
-tener el alma sedienta sólo de Dios,
-aceptar renunciar a todo para que mi única fortaleza sea Dios,
-abrazar la dura maduración que exige el hacerse niño.
-carecer de vivienda y seguridad,
-no disponer de refugios ni escapatorias,
-permanecer siempre a la intemperie,
-carecer de defensas,
-no tener a quien recurrir,
-no tener más futuro que la venida del Salvador,
-vivir en la mayor soledad,
-ausencia de relaciones humanas,
-no tener en cuenta alegrías ni penas de la vida,
-olvidar la eficacia y las prisas,
-la renuncia absoluta al amor propio en todas sus formas,
-silencio de las criaturas y del mismo Dios,
-ser peregrino permanente sin domicilio,
-ausencia del mundo, quietud exterior y peregrinación interior,
-avanzar en fe sin conocer el itinerario ni las etapas,
-caminar sin equipaje, sin seguridad del mañana,
-caminar sin pistas ni apoyos,
-carecer de plan de vida,
-aceptar caminar sin mirar ni volver atrás,
-aceptar mansamente que sólo Dios sabe el momento y el camino,
-estar siempre libre para que Dios me mueva a su gusto,
-estar disponible y maleable a la gracia,
-dejar siempre al Señor la iniciativa,
-la morada del demonio y el lugar de tentación y lucha,
-aceptar que la paz verdadera es una paz en lucha,
-aprender a convivir con los enemigos exteriores e interiores
que amenazan nuestra paz,
-la verdadera penitencia que consiste luchar contra la tentación,
-expresar el más limpio acto de fe, esperanza y amor que es
resistir fielmente al mal,
-la maduración dolorosa y eficaz
-vivir en la oscuridad como si la luz guiara mis pasos,
-creer en el amor de Dios cuando el cielo parece cerrado,
-aceptar vivir en la noche como el momento de la máxima
cercanía de Dios,
-aceptar que la luz de Dios solo se regala al que se sumerge en
la noche más oscura,
-saberme indigno de la más pequeña gracia de Dios,
-aceptar vivir en la fe pura y desnuda,
-avanzar en el camino guiado por la sola fe,
-el lugar por excelencia para la contemplación,
-obedecer apasionadamente al Espíritu Santo,
-disponerme al enamoramiento apasionado de Jesucristo,
-lugar de la reconciliación con Dios, con el mundo y con uno
mismo,
-aprender a perdonar: a mí mismo y a los demás,
-abrirme a las llamadas del Amado hasta deshacerme en la
cercanía de Dios,
-mantener la limpieza interior, fruto de la delicadeza de
conciencia,
-encontrar el orden y la armonía de los valores
naturales y sobrenaturales,
-asumir la expiación por el pecado del mundo y el propio,
-hablar al mundo desde la vida escondida,
-ser el testigo de Dios que se refleja en mí como en un espejo,
-proclamar a las criaturas que son nada ante el ser de Dios,
-pregonar, sacrificando todo, que sólo Dios basta,
-estar totalmente disponible para Dios,
-cerrar todas las salidas para que Dios sea lo único,
-renunciar a mirar nada que no sea Dios,
-esperar todo de Dios,
-el lugar que tiene por paisaje a Dios mismo visto a cara
descubierta,
-amar a Dios por sí mismo, por puro acto de adoración, sin
pretender nada de él,
-perderme en el tiempo y en el espacio,
-alimentarme sólo de infinito,
-vivir en permanente tensión de eternidad,
-vivir en un horizonte ilimitado,
-consumirse de ansias de alcanzar a Dios.