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Es casi imposible imaginar una Navidad sin árbol navideño, símbolo de estas fechas que ha perdurado en el tiempo y las generaciones.
Los hay de todos los tamaños, naturales, artificiales, con decoraciones sofisticadas y otros más humildes, pero todos simbolizan el espíritu navideño. Su origen y significado ha sido muy discutido, ya que hay varias versiones sobre el tema.
Se dice que la tradición del árbol de navidad tiene origen en las celebraciones dios Frey, dios del sol y la fertilidad, en el norte de Europa. Luego cuando esos pueblos fueron cristianizados, se tomó esta tradición dándole al árbol de navidad, un significado diferente.
En el cristianismo, el árbol de navidad, recuerda al árbol de paraíso, donde estaba el fruto que generó el polémico pecado original, y por consiguiente, recuerda que Jesús es el que ha venido al mundo para que nuestros pecados sean perdonados. También significa el árbol de la vida eterna, por ser de tipo perenne. En sus inicios era decorado con elementos naturales, actualmente para su decoración se utilizan una amplísima gama de adornos artificiales y luces.
Aunque poco se habla de estos orígenes, el espíritu navideño es lo que cuenta, y el árbol de navidad, es sinónimo de fiesta, alegría, momentos compartidos y amor familiar.
Los orígenes del árbol de Navidad son germánicos, a pesar de que su imagen la tengamos fuertemente asociada con los Estados Unidos, gracias a cine y la televisión.
La tradición de adornar un árbol de Navidad se inició en Alemania y los países escandinavos, en los siglos XVI y XVII, pasando posteriormente a Inglaterra. Además del árbol también suele usarse otros vegetales como: muérdago o raigón.
En los últimos tiempos siguiendo una tendencia más bien práctica y ecológica, los árboles de Navidad suelen ser artificiales. Sin embargo, los arboles de Navidad naturales siguen comercializándose, siendo estás dos las especies más habituales: Abies nordmanniana y Picea excelsa.
(de la red)