Soy mi cuerpo.
Y mi cuerpo está triste, está cansado.
Me dispongo a dormir una semana, un mes; no me hablen.
Que cuando abra los ojos hayan crecido los niños
y todas las cosas sonrían.
Quiero dejar de pisar con los pies desnudos el frío.
Échenme encima todo lo que tenga calor, las sábanas,
las mantas, algunos papeles y recuerdos, y cierren todas
las puertas para que no se vaya mi soledad.
Quiero dormir un mes, un año, dormirme.
Y si hablo dormido no me hagan caso, si digo algún
nombre, si me quejo. Quiero que hagan de cuenta
que estoy enterrado, y que ustedes no pueden hacer
nada hasta el día de la resurrección.
Ahora quiero dormir un año, nada más dormir.
Jaime Sabines
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