"Un día iba Jesús caminando con sus discípulos, cuando pasó junto a un ciego de nacimiento. Inmediatamente sus discípulos ya suponen que el ciego lo es por su culpa o de sus padres. Y le preguntan a Jesús: - "Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciese ciego?" (v. 2). Jesús salta en defensa del que es acusado injustamente: "Ni este pecó, ni sus padres: él es ciego para que las obras de Dios se manifiesten en él" (v. 3). Jesús ve en el ciego, no a un pecador..., sino a un hombre necesitado de ayuda y de comprensión, destinado a la felicidad y llamado a ser objeto del amor de Dios. Inclusive ve en esta desgracia del ciego una oportunidad para que se manifieste en él la misericordia de Dios, pues no sólo quedará curado, sino que se convertirá en un proclamador de su gloria."