Piedra nativa
La luz devasta las alturas Manadas de imperios en derrota El ojo retrocede cercado de reflejos
Países vastos como el insomnio Pedregales de hueso
Otoño sin confines Alza la sed sus invisibles surtidores Un último pirú predica en el desierto
Cierra los ojos y oye cantar la luz: El mediodía anida en tu tímpano
Cierra los ojos y ábrelos: No hay nadie ni siquiera tú mismo Lo que no es piedra es luz.
Octavio Paz
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