El Presidente Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888)
fue el primero en pintar este edificio de ese color, en 1873. El rosa
tenía un uso habitual en aquella época. Las personas mezclaban cal con
grasa vacuna. La grasa cumplía una función impermeabilizante y, como
tenía resquicios de sangre, dejaba todo rosa.
Hasta la Primera Gran Guerra, no existía una diferencia de género
entre los colores. Todos los bebes salían de las maternidades con ropa
blanca.
Cuando empiezan las distinciones de colores, la regla era opuesta a la de hoy. En 1918, una revista llamada Earnshaw’s Infants’ Department escribió
que “no hay un consenso de opinión sobre el tema, pero en general se
acepta el rosa para los chicos y azul para las chicas”. Solamente en
1940 las cosas cambian como son hoy. Sarmiento, es cierto, no tenía como
pronosticar eso.
Una de las muchas mentiras que las guías dicen a los turistas es que
Sarmiento quiso simbolizar la unión de dos sectores políticos. Los
federalistas usaban el rojo y los unitarios, el blanco. Es una tontería.
A los unitarios les gustaba el azul celeste. Ellos eran más como los chicos de hoy.