Mi gato es parte de mi familia, y si esto es causa de burlas (al no tener sentimientos, quizás alguien se confunda), hoy quiero poner en claro que la verdad sólo es una: mi gato ganó con creces su derecho a mi ternura.
Cuando busca compañía, su airoso andar apresura y mientras viene a mi encuentro parece que me saluda con un quejido mimoso que me embriaga de dulzura. Pero si quiere estar solo, se va sin ninguna duda y aunque lo llame y le ruegue ya no es posible que acuda.
Si se enferma ¡pobrecito! su independencia no dura, sus ojitos lastimeros me miran pidiendo ayuda.
¿Que es hipócrita y astuto? ¡palabras crueles y absurdas! ¡destierren esos conceptos! ¡creencias vanas y oscuras! ¿Que es quizás algo egoista? no pongo objeción alguna, pero es porque siente celos como toda criatura.
En su inocencia no entiende que la verdad sólo es una: ¡mi gato ganó con creces su derecho a mi ternura!
Graciela A. de Navas.
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